Capturar las cosas que afectan a tu forma de pensar y sobre las que tiendes a volver una y otra vez, es una técnica sencilla de aprender y de aplicar. A pesar de ello, se trata de una técnica con un enorme impacto en tu productividad y eficacia personal.
Si ignoras las distracciones que interrumpen tu atención, por irrelevantes que sean, tu sensación de control disminuirá, al igual que lo hará tu capacidad de concentrarte en las tareas que realices.
La importancia y la urgencia están sobrevaloradas. A la hora de hacer las cosas, lo realmente importante es el compromiso y las circunstancias o, dicho de otro modo, hasta que punto te has comprometido a hacer algo y en qué medida puedes hacerlo en un momento dado.
Sin embargo, son muchas las personas que discriminan entre lo que para ellas es urgente y/o importante y lo que no es, dando a las cosas un tratamiento distinto en función de estos criterios. El problema de esta forma de pensar es que la importancia y la urgencia son parámetros subjetivos. Las mayoría de las cosas “no tienen” ni importancia ni urgencia por sí mismas sino que se la das tú.
Imagina que el mando a distancia del televisor empieza a fallar. Es tarde y no vas a ponerte a averiguar ahora el motivo, así que lo dejas para otro momento. Para muchas personas, ver qué le pasa al mando a distancia de la tele no es ni importante ni urgente. Y si yo usara los criterios de importancia y urgencia, probablemente estaría de acuerdo con ellas.
Puedes pensar que, comparado con todo lo demás que tienes que hacer y con tus otras responsabilidades, el mando de la tele es lo de menos. Pero lo cierto es que lo urgente o importante que a ti te parezca es irrelevante de cara a los efectos que produce no hacer nada al respecto. Porque cuando estés escribiendo una propuesta para un cliente, te acordarás del mando de la tele. Cuando estés tomando una caña con unas amigas, te acordarás del mando de la tele. Cuando estés a punto de dormirte, te acordarás del mando de la tele. Y aunque acordarte no te suponga mayor preocupación, es simplemente un ruido molesto en tu cabeza.
Capturar es distinto de hacer. Qué tú ahora mismo solo captures tareas es distinto de lo que GTD nos sugiere. En GTD recopilas “cosas” y solo una porción de ellas se acabará convirtiendo en tareas. Capturar muchas cosas es distinto de tener que hacer muchas cosas. Y aunque significara que tuvieras que hacer muchas cosas, tampoco significaría que tuvieras que hacerlas todas ahora o todas de una vez.
La tranquilidad que sustituye al estrés procede de sentirte bien con lo que haces y también con lo que no haces. Pero solo puedes sentirte bien con lo que no haces cuando sabes qué es lo que no haces. ¿Y cómo puedes saber lo que no haces si a tu puzzle le faltan piezas? Capturar es asegurarte de que todas las piezas del puzzle están sobre la mesa. Conseguir el hábito de capturar es conseguir el hábito de no empezar a jugar con el puzzle sin tener todas las piezas.
Que capturar se convierta en hábito es indispensable porque el volumen de cosas que tendrás que capturar a diario será probablemente muy elevado y si capturar es algo que haces como resultado de un acto de voluntad, antes o después abandonarás.
La ventaja de conseguir el hábito de capturar es que lo harás sin esfuerzo, sin tener que acordarte de hacerlo ni pensar en que lo estás haciendo. Simplemente capturarás y lo harás con todo, de forma automática e inconsciente. Cualquier cosa que perturbe tu atención acabará inexorablemente en alguna bandeja de entrada, esperando a que llegue el momento de decidir qué hacer con ella.
Piénsalo bien. Si inviertes un mínimo de esfuerzo y disciplina en desarrollar el hábito de capturar, estarás mucho más cerca de vivir con un sentimiento de control y tranquilidad. Mucho más cerca de completar el puzzle.
Este artículo, GTD: Conseguir el Hábito de Capturar, escrito por José Miguel Bolívar y publicado originalmente en Optima Infinito, está licenciado para su uso bajo una Licencia Creative Commons 3.0 España.
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