Cuando empiezas a desarrollar el hábito de recopilar, cualquier práctica que te ayude a convertirlo en parte de tu día a día puede serte útil. Por ejemplo, si llevas un diario, probablemente ya tengas cierto hábito de anotar cosas regularmente en un sitio concreto. A fin de cuentas, llevar un diario guarda mucha similitud con recopilar, ya que en ambos casos se trata de sacar cosas de la cabeza y dejarlas en otro sitio.
Otra forma fantástica de quitarte cosas de la cabeza es la lluvia de ideas o brainstorming en inglés. Cuando no tienes claro un proyecto o una situación y cada vez que te acuerdas del tema se te disparan las alarmas, una buena lluvia de ideas puede ser la solución ideal para ganar claridad y recuperar el control.
Hacer lluvias de ideas es un proceso natural que realizamos de forma inconsciente con cierta frecuencia. Cada vez que eliges un tema y empiezas a generar ideas asociadas a él, estás de hecho haciendo una lluvia de ideas. Si además, esas ideas que produces las vuelcas sobre algún soporte que te permita volver a ellas y recuperarlas más adelante, tu ejercicio será doblemente efectivo.
Por ejemplo, cuando garabateas pensamientos que te vienen a la cabeza sobre una servilleta, una hoja o una pizarra, estás haciendo una lluvia de ideas. En su formato más elaborado, podrías incluso utilizar algún software dedicado específicamente a ello, como es el caso de las aplicaciones de mapas mentales.
En esencia, una lluvia de ideas es un barrido mental sobre un tema en particular que te permite capturar todo lo que llama tu atención cuando centras tu atención sobre ese tema. Es una experiencia que tú ya tienes. Por ejemplo, si tienes que preparar un evento cualquiera, personal o profesional, y empiezas a pensar en él, probablemente te empiecen a surgir un montón de idas diversas sobre los múltiples aspectos que deberás tratar: logística, asistentes, contenidos, fechas…
La ventaja de utilizar la lluvia de ideas como herramienta de recopilación es que puedes capturar tus pensamientos y llevarlos a un sitio distinto de tu mente, con lo cual el proceso mejora notablemente. Esta mejora se debe a que si tienes una idea útil pero no haces nada al respecto, tu mente se preocupará de no perderla y empezará a hacer seguimiento regular de ella, para lo cual necesitará ciertos recursos que no tendrás disponibles para dedicarlos a generar nuevas ideas.
La principal ventaja de escribir la idea es que tu cerebro sabe que ya no tiene que ocuparse de ella y por tanto puede dedicarse a otras cosas, bien sobre el mismo tema o sobre un tema nuevo.
Si tu objetivo es tener las mejores ideas posibles sobre algo, la manera más fácil y efectiva de conseguirlo es tener muchas ideas. En la medida que vayas capturando y guardando en un “parking” externo todas las ideas que te van surgiendo, mantendrás abierto el flujo del pensamiento creativo y seguirán apareciendo nuevas ideas.
Acostumbrarte a hacer lluvias de ideas sobre los temas que no tienes claro y registrar esas ideas en un sistema externo donde poder acudir a ellas cuando las necesites, no solo te ayudará a desarrollar el hábito de recopilar, tan importante para GTD, sino que además son hábitos productivos clave que te permitirán pensar de una manera mucho más eficaz y productiva.