"Illumination", cortesía de Lawrence Skinner
Paradójicamente, la gente que menos necesita GTD suele ser la más interesada en aprender sobre esta metodología y, por lo general, la que está más motivada para empezar a usarla.
En contra de lo que se podría pensar, las personas que se acercan a GTD no tienen un rendimiento bajo en sus empresas ni en sus vidas sino más bien al contrario. Son personas que ya consiguen buena parte de los resultados que se proponen, tanto en lo personal como en lo profesional, y que frecuentemente destacan en su entorno por ser gente competente, organizada y efectiva.
¿Por qué se acercan entonces a GTD? La respuesta es sencilla: porque son más conscientes que las demás de las consecuencias negativas que supone no contar con un sistema de organización personal fácil de usar y que funcione de verdad.
Tiene lógica, ¿no? Si una persona está cómodamente afincada en su zona de confort y no siente particular interés en conseguir mejores resultados, o en conseguirlos de forma menos complicada, es poco probable que se preocupe por hasta dónde podría llegar su rendimiento o si el hecho de mejorar le podría resultar necesario o útil.
Sin embargo, si una persona echa en falta poder hacer otras cosas que a día de hoy no logra hacer, lo más probable es que busque y siga buscando hasta dar con una solución que le permita hacerlo.
GTD es tan popular porque lleva demostrando desde hace más de una década que su adopción permite a las personas alcanzar niveles extraordinarios de rendimiento, en su vida y en su trabajo, reducir los conflictos, eliminar el estrés y aumentar de forma muy significativa la sensación de logro y bienestar.
La potencia de GTD reside en que ofrece una estructura diseñada desde la sencillez para dar cabida a la complejidad. A partir de unos pocos principios generales de validez universal, GTD es capaz de ofrecer una sólida flexibilidad que hace posible mantener la estabilidad en medio de una variedad infinita de cambios y sorpresas.
Para empezar a usarlo no es preciso comprar ningún producto concreto ni aprender ningún tipo de habilidad especial. Todo lo que se necesita es algo para escribir, una mente en forma y un lugar donde guardar las listas que se vayan creando. Como ves, nada lejano a comportamientos que ya conoces y que son sencillos y de sentido común.
GTD sigue creciendo día a día en popularidad porque estos principios son válidos para cualquier persona, no viéndose afectados en modo alguno por diferencias culturales, profesionales, de género o de carácter. No hay un perfil concreto al que GTD le resulte más útil o más fácil de adoptar ni tampoco al contrario.
Entre los usuarios de esta metodología hay jóvenes y mayores, mujeres y hombres de todas las edades, empresarios, directivos, artistas, asalariados, funcionarios y autónomos. GTD se utiliza en todos los sectores: alta tecnología, sanidad, industria, educación, ocio, energía, transporte, servicios públicos, consumo…
El motivo principal por el que no eres una persona productiva es porque arrastras contigo innumerables lastres. GTD está diseñado para que puedas deshacerte para siempre de ellos de forma simple y eficaz:
- captura todo aquello que no tengas 100% claro
- aclara qué vas a hacer con ello
- ponlo en un sitio donde puedas verlo solo cuando puedas hacer algo al respecto y
- revisa periódicamente tu sistema para que conserve su fiabilidad
Cuatro principios simples, universales y fáciles de implementar para construir el sistema que permite recuperar el control sobre tu vida.
Ahí está la potencia de GTD: en su diseño.
Este artículo, GTD: Su Potencia es su Diseño, escrito por José Miguel Bolívar y publicado originalmente en Optima Infinito, está licenciado para su uso bajo una Licencia Creative Commons 3.0 España.Muchas gracias por suscribirte a Optima Infinito.
No hay entradas relacionadas.