Aprovechando una salida de trabajo hacia Puerto Maldonado, en Perú, pude hacer una pequeña visita de dos días a la Reserva Nacional Tambopata. Un área protegida amazónica característica por las "collpas" de guacamayos; unos acantilados calizos donde los guacamayos y loros suelen ir a chupetear y proveerse de micronutrientes necesarios para sus vidas.







Ana Isabel nunca falla en estos viajes improvisados!



Madrugamos como locos para dirigirnos a Tambopata, previo paseo por la ciudad de Puerto Maldonado y disfrutar del enorme mirador con forma de árbol de castaña donde puedes apreciar el lugar donde se juntan el río Tambopata y el Madre de Dios. Tras un camino de un par de horas en cuatro por cuatro y después una hora de lancha por el río, llegamos hasta la famosa Collpa Chuncho, la más grande y famosa de la reserva. Allá nos prepararon un desayuno y colocaron unas sillas para esperar pacientemente la llegada de los famosos guacamayos. Pasaron las horas y entre cabezadas de sueño, fueron apareciendo a cuentagotas y casi siempre en parejas. Poquito a poquito se iban amontonando sobre algunos árboles encima del saladero; esto lo hacen para protegerse de posibles depredadores, pues es más seguro bajar en grupo que individualmente.
Cuando se lograba acumular un grupo aceptable de guacamayos y loros aparecía un águila rondando la zona y salían todos en estampida.... y vuelta a empezar. Se colocan poco a poco en el árbol, y aparece el águila de nuevo... Así estuvimos toda la mañana y no conseguimos ver el famoso espectáculo de los guacamayos y loros chupando las rocas, una pena. Sin embargo, el espectáculo natural y la cantidad de animales concentrados valió completamente la pena.



Esta es la famosa collpa (vacía)









Foto tomada con el movil a través de prismáticos

El maldito águila!! (foto con el móvil y prismáticos)

Desbandada!!!
Después paseamos un poco más por el río, descansamos en el lodge y salimos en la noche a buscar caimanes. Tampoco pudimos verlos en esta ocasión, pero como dicen: lo importante no es verlos si no saber que están allí.En fin, una experiencia imprescindible si visitas la región de Madre de Dios en Perú y a donde espero regresar algún día con un poco más de suerte encima.














