La propuesta que estamos elaborando pretende mostrar un posible proceso para la obtención de la máxima potencia del territorio del río Guadalmedina, entendido en toda su amplitud y en todas sus dimensiones.
Entendemos por «potencia del territorio» la composición inmanente del medio y de la población (humana y no humana) que lo va constituyendo y formando a lo largo del tiempo, en sus múltiples, variadas y cambiantes relaciones. La máxima potencia sería —como en el clímax de un ecosistema— la consecución del estado «climácico» del territorio; es decir, su máxima autonomía y biodiversidad con el mínimo gasto energético del conjunto de sus componentes, según el paso del tiempo. Tal y como indicaba José María Romero en el artículo Prácticas de autonomía y libertad, «una práctica de autonomía es aquella que produce más libertad y más potencia de ser en el individuo y/o en la colectividad que se implica en la práctica». Esta condición también puede extrapolarse al medio. Por tanto, no se trata ni mucho menos del desarrollo del territorio para su progreso, sino de plantear la búsqueda y el encuentro de aquellos dispositivos y estrategias que hagan del territorio el medio más autónomo para sus pobladores, y que convierta a los pobladores en más autónomos y fundidos con el medio.
En este sentido, y atendiendo a los agentes
que actúan sobre el territorio, la propuesta presenta dos estrategias para la
obtención de la máxima autonomía de su composición. Por una parte, estarían las
estrategias y procesos para obtener la máxima autonomía del medio y la
población no humana. En segundo lugar, estarían las tácticas relativas a la
autonomía de la población humana.
La obtención de la máxima potencia del
territorio se lleva a cabo a través de la descripción de indicadores técnicos
transdisciplinares que permitan evaluar las intervenciones del río mediante
procesos colaborativos. Atendiendo a las reflexiones de Paco Puche, se
establecen —como mero punto de partida sobre el que ir añadiendo sucesivas
capas de información o nuevos parámetros cuantificables objetivamente—
indicadores de seguridad (forestación, seguridad de los cauces, capacidad de la
presa, seguridad del cauce urbano, etc.), indicadores ambientales (escorrentía,
biodiversidad, conectividad, estado del agua, absorción de dióxido de carbono,
etc.), indicadores funcionales y urbanos (transporte, conectividad, circulación
motorizada y peatonal, emisiones dióxido de carbono, etc.), indicadores de
espacio público (estanciales, zonas verdes, etc.); así como el consumo urbano
del río (consumo de agua del río, residuos del río, etc.).
Podríamos entender estos indicadores como el
canal mediante el cual el medio y la población no humana participan del
proceso. Son los términos con los que se redacta ese «contrato natural» que
reclamaba Michel Serres[1], el medio con el que se
les da voz y se les hace interactuar con la población humana.
Si bien estos indicadores son de carácter
técnico, su aplicación y desarrollo estarían supeditados a la cualificación y
apropiación por parte de las personas. De nada sirve establecer unos criterios
óptimos para la consecución de dicha autonomía del territorio, si después la
población no las incorpora a sus pautas conductuales.
Por lo tanto, la propuesta persigue establecer
una metodología para el proceso de
creación colaborativa que integre tanto aspectos cuantitativos y objetivos
(indicadores) como aspectos cualitativos y subjetivos (población humana). En este
punto es importante destacar la necesidad de desarrollar procesos generadores
de identidad territorial y autopedagogía, entendidos como condiciones básicas
para la concienciación.
En lo que a la población humana se refiere, la
propuesta pretende establecer las directrices para un proceso participativo, a
partir de la experiencia obtenida tras realizar el proceso colaborativo que
arrancó en 2004, con la publicación de los primeros artículos sobre el río
Guadalmedina. De forma intuitiva, se quiere conseguir el mayor potencial del
territorio del río mediante la interrelación de los distintos y variados
agentes.
Para ello se definen una serie de actividades
de redacción de propuestas (dispositivos y estrategias) transformadoras y
participativas, que busquen obtener la máxima autonomía del territorio (medio +
población). Estas acciones pretenden establecer el marco en el que desarrollar
un diseño colaborativo entre todos los actores del territorio. Si bien la
propuesta contendrá una serie de actividades concretas, también contempla la
modificación de estas en función de la eficacia de los resultados y el grado de
consecución de los objetivos. Se trata, en definitiva, de establecer unas guías
que permitan la constante evaluación y reconfiguración del proceso.
Revisión y corrección de estilo del texto a cargo de Sara Hernández Pozuelo
[1]SERRES, Michel (2004): El contrato Natural
