Tras una pasada entrada dedicada a Trujillo, hoy seguimos de viaje por Extremadura, en esta ocasión, por la población de Guadalupe. Tengo que reconocer que, al igual que en el caso de la ciudad anteriormente citada, esta ciudad también tiene su encanto. Sus calles invitan al viajero a pasear por ellas y pararse en sus no pocos rincones. Esta población está situada en la comarca de Las Villuercas, en la provincia de Cáceres, y tiene una población de apenas 2.000 habitantes. Esa puede ser, sin duda, una de las razones por las cuales es una población tan tranquila. Tengo que reconocer que es uno de estos lugares donde me gustaría pasar una temporada, aunque no demasiado larga, ya que a mí, la excesiva tranquilidad, además de prolongada, puede acabar conmigo. Por otro lado, no puedo evitar pensar que me encantaría pasear más a menudo por cualquiera de estos lugares.
Y es que tengo que reconocer que en pocos lugares he disfrutado tanto paseando como en las poblaciones de Extremadura, lugar de origen de mi abuela materna, de la cual tengo un grato recuerdo pese a que hace ya bastantes años que nos dejó. En múltiples ocasiones me pregunto cómo es posible que tardara tanto en visitar su tierra. Supongo que una de las razones es la distancia con el lugar donde resido, además de que es un lugar donde, o tienes coche, o lo tienes un poco crudo para poder visitar determinados lugares. Pero bueno, mejor me centro antes de comenzar a irme por las ramas, que me conozco.
Al igual que con Trujillo, tengo que reconocer que no sabía mucho de esta población. Posiblemente habría oído su nombre en alguna ocasión, pero nada más. La verdad es que fue un acierto hacer una visita, aunque solamente fuera por unas pocas horas, y es que es lo que tienen estos pequeños núcleos urbanos: Que en unas pocas horas ya lo has visitado todo, o por lo menos has visitado lo más importante. Personalmente me gusta tomarme mi tiempo, aunque en los viajes en los que, como en este caso, vas acompañado, tampoco puedes tomarte todo el tiempo que te gustaría. Y al igual que la mayoría de los lugares que visité de esta comunidad, me hubiese gustado pasar un poco más de tiempo, pero en ocasiones las cosas van como van.
Una de las cosas que más me gustaron de esta población fueron sus calles jalonadas con pórticos. Tengo que reconocer que siento cierta debilidad por esta clase de arquitectura, y la cual no puedo disfrutar en mi vida diaria y apenas cuando visito determinados lugares. Al menos yo personalmente siento que esta clase de arquitectura le da cierto sabor a antigüedad, y si no fuera por los modernos coches, podría casi jurar que he viajado unos cuantos años al pasado, y tengo que reconocer que en ocasiones me encantaría poder viajar algunos años en el pasado para poder respirar el ambiente real de aquella época.