Revista Cultura y Ocio
En el nuevo y delicioso disco de Guadalupe Plata, hay cosas constantes y algunas variables que sólo sirven para mejorar todavía más su propuesta. Estos novios de la muerte siguen obsesionados con la ultratumba, los gatos asesinados, la nocturnidad, el malditismo, el rollo santero mexicano, mientras su música sigue siendo puro y duro blues, donde la guitarra de Perico de Dios sigue disparando ráfagas a diestro y siniestro y mejora vocalmente aún más echando a volar definitivamente. Pero aquí hay una evolución, teniendo su base muy clara, hay más matices, más sonidos diferentes, la paleta se abre y abarcan mucho más, de hecho aparecen estilos como el rock surf hasta ahora lejano en el grupo, pero con el que, porqué no, están también emparentados, pero es innegable en esa apertura la onda de Howlin' Wolf, de Gene Vincent o incluso de Charlie Parker. Pero siempre en el fondo, en la base está el mítico Robert Johnson y su cruce con el diablo en aquellas carreteras 61 & 49.El disco en si, ha sido grabado en Londres, y como es norma de la casa no lleva título, se distingue por el color de su portada, con tonos rojizos esta vez. El estudio Toerag acogió a los de Úbeda, grabando el sonido de una sala a cintas de una pulgada, seis micros, tres viejos amplificadores y dos cintas de media hora cada una, y cuyo productor ha sido Liam Witson. A él cabe atribuirle que las voces han sido desenterradas para escucharse mucho más. La portada del disco tiene su origen en una anécdota que les ocurrió cuando estuvieron en Mississippi, en la tumba de T-Model Ford. Resulta que Chris Johnson (un armonicista norteamericano con el que han compartido muchas correrías) colecciona lápidas de bluesmen muertos... bueno lo que hace es que visita tumbas de bluesmen muertos y con un papel hace un calco de sus lápidas realmente. Se fueron con Chris a un cementerio enorme y le dieron sin querer un golpe a una maceta y salieron miles de hormigas, osea la tierra de la maceta eran hormigas y picaban que daba gusto, muertas de hambre vaya, algo así como la maldición del faraón y esa decidieron que sería la portada del disco.La banda sigue con un compuesto diabólicamente adictivo formado por un blues crudo, sucio y serpenteante, con influencias del blues del Delta del Mississippi y la música de raíces, letras de amor de ultratumba ladradas en castellano y una electrizante y sudorosa puesta en escena. Perico de Dios es sublime a la guitarra y voz, Carlos Jimena despecha bases rítmicas con su batería bestiales y Paco Luis Martos sigue llevando el bajo con ese barreño de zinc característico.
Empieza el disco con Tormenta con las ráfagas de la guitarra de Perico de Dios disparando a diestro y siniestro, donde además nos anuncia que viene una tormenta con ese aire clásico bluesero, que arranca y vuela cuando quiere, dando la sensación de estar en una continua jam session. Huele a rata sigue con su temática de animales muertos y musicalmente un tema donde el rock surf empieza a tener su influencia, salpicando la melodía, pero Perico se lleva la palma con su voz mientras su guitarra serpentea y la sección rítmica no da puntada sin hilo. Calle 24 ha sido el single de presentación, más rock surf mezclado con blues, donde hay temática de asesinato de gatos, canción con muy buenos cambios de ritmo y salidas apabullantes con la banda a tope. Hoy como perro es el tema más corto del disco, no llega ni a los dos minutos, un boogie bluesero alegre y desenfadado, gran transición para lo que viene. Serpientes negras ahonda en el boogie de una calidad descomunal, de esos medios tiempos que el grupo borda como nadie, dibujando un panorama sombrío donde Perico dice que ha comido serpientes negras, que éstas le han mordido, todo un conjunto jalonado por una música tremenda, y donde otra vez queda patente la mejora del asunto voces. Filo de navaja acaba la primera cara, el primer tema instrumental del álbum, una perfecta banda sonora de la sierra por la que hubo tiempo atrás peleas a navaja, no en vano ellos son de Jaén, donde los arpegios de la guitarra destacan.
La segunda cara empieza con Mecha corta y vuelven los tonos surferos al inicio además de un aire rockabilly, para que luego Perico cante de manera descomunal, ampliando horizontes, aunque la base sigue con blues y boogie a partes iguales mientras la guitarra corre desenfrenada. Agua turbia es el segundo tema instrumental, y parece describir una situación de camino desesperado por el desierto en busca de agua, aunque sea turbia que mitigue la sed. Hueso de gato negro es un auténtico festival del grupo, donde se explayan desde el principio, y acaban convirtiendo el tema en una jam session total y absoluta, quizás el tema más rockero del disco y de onda Jimi Hendrix. El paso del gato es el tercer y último tema instrumental del disco donde se nos describe a un gato cualquiera de paso, muy en onda Link Wray la guitarra, ecos de Rumble al principio para luego despachar su sempiterno blues característico. Tengo el diablo en el cuerpo acaba el trabajo con una declaración de intenciones, tema satánico recurrente y final apoteósico para un gran y enorme disco, con aire más de medio tiempo.
Este trío es grande, muy muy grande, y me juego el cuello a que aquí no estamos preparados para tanta grandeza y tendrán más éxito fuera. Para empezar su gira estaba ya prevista antes de editar el disco porque empiezan a ser muy reclamados, ya que su directo es de lo mejor que he visto, pero esperemos que podamos seguir disfrutando de ellos por muchos años.
Este texto fue escrito por mi para Exile SH Magazine y ahora reposa en mi espacio.
Os dejo con el tema Mecha corta.