Revista Comunicación
THOR: RAGNAROK
data: http://www.imdb.com/title/tt3501632
Thor era mi superhéroe favorito del mundo Marvel cuando Canal 13 emitía, todas las mañanas, unos dibujos animados muy truchos en el que cada día desfilaba un superhéroe de Stan Lee. Si mal no recuerdo, el lunes era el Capitán América; el martes, Thor; el miércoles, Namor; el jueves, Iron Man y el viernes cerraba la semana con Hulk. El Dios del Trueno era mi predilecto. Me encantaba ese arco iris que unía a Asgard con la Tierra y ese bastón que al girarlo se convertía en el martillo mágico. Cuando Marvel lanzó a Thor en la pantalla, parte de ese brillo que me había iluminado de chico se apagó. El Thor del cine (pese a tener a un muy buen actor como Chris Hermsworth) no terminaba de cuajar. Es más, la excelente actuación de Tom Hiddleston opacó al protagonista y estábamos esperando más la aparición de Loki que de Thor.
Ahora Marvel le buscó una vuelta de tuerca a la franquicia. Y aunque el tema fuera el Ragnarok (el fin de los tiempos de los dioses nórdicos) se dieron un lugar para contarlo en tono de comedia. Contrataron al neocelandés Taika Waititi como director (el creador de ese lisérgico falso documental sobre vampiros, “Lo que hacemos en las sombras”) y le dieron vía libre para tomarse un poco en joda la saga de Thor. Y, créame, funciona. Este Thor tiene toques de “Guardianes de la Galaxia” y un zumbón tono de comedia al asociarlo con Hulk. No está la densidad del drama shakespeariano sino la ligereza de la comedia como una explosión de color y de sarcasmo.
El contrapunto Thor – Hulk es una de las claves de que el filme funcione; el otro pilar, es la malvada, una Cate Blanchett perfecta como la Diosa de la Muerte, deliciosa en cada parlamento. Entre los secundarios, anoto los breves momentos de Jeff Goldblum como el Grandmaster, un chanta del rincón más lejano de la galaxia.
“Thor: Ragnarok” tiene el arco dramático del camino del héroe: encuentro con la Diosa – en el vientre de la ballena – muerte – resurrección – regreso como héroe. El viaje de Thor es interior: lo que Thor aprende es lo qué es, qué tipo de Dios es. El Thor inicial se resiste a tomar el trono del Asgard; el del final, sentado en el trono, lleva a su pueblo a un nuevo mañana. Desde el Thor que se niega a tomar la responsabilidad del poder, al nuevo Moisés que lleva a sus súbditos a un nuevo reino. Lo que aprende Thor en el trayecto es su fuerza y la de su pueblo. Aprende que Asgard no es un lugar, sino su gente. También aprende que él es el Dios del Trueno y no el Dios del Martillo. Se puede perder un país, un martillo sin dejar de ser un pueblo y un Dios.
Tanto Banner como la Valquiria y Loki replican ese camino de encontrarse: la Valquiria de comprender que es mejor morir luchando que ahogada en el fondo blanco de una botella; en Loki, que es tiempo de crecer y dejar de ser el niño travieso que evade la responsabilidad; en Banner liberar a Hulk y aceptarlo como algo propio de su naturaleza, algo al mismo nivel que el científico con siete posgrados encima.
En ese clima de estudiantina, paradójicamente, los protagonistas encuentran su destino y éste implica un crecimiento, un grado de madurez. En el final, como su padre, Thor pierde algo para ganar esa sabiduría: saber quién se es y dónde se está parado.
El logro de “Thor: Ragnarok” es que nos cuenta esta historia de chicos que crecen con un clima festivo, entre chiste y chiste. Sin romper el molde, sin alcanzar cimas antológicas, logra su objetivo y salva el día. No es poco. Vale verse.
Mañana, las mejores frases.