Mashpi Lodge, ubicado en la profundidad del bosque nublado del Chocó Andino a tan solo 3h30 de la ciudad de Quito, es un majestuoso espacio de naturaleza única que maravilla a todo visitante. Este entorno, lleno de fantásticas criaturas y vegetación asombrosa, ofrece una vivencia enriquecedora para todos, especialmente para los niños. A través de las actividades del lodge, los más pequeños aprenden sobre el respeto y el amor por el medio ambiente mientras descubren la magia de este ecosistema.
El programa "Guardianes del Bosque" es una iniciativa que promueve el aprendizaje ambiental en los menores. Al llegar al lodge, los niños reciben un kit que incluye un mapa coloreable, pinturas y una mochila. Este material didáctico complementa su experiencia y enriquece su imaginación durante cada actividad.
Los pequeños exploradores pueden realizar caminatas por senderos que los llevan a cascadas, donde podrán darse un refrescante chapuzón si lo desean. Además, tienen la oportunidad de visitar el Centro de Vida, donde aprenderán y observarán las diferentes etapas de la metamorfosis de la mariposa. También pueden participar en recorridos nocturnos para captar la verdadera esencia del bosque y descubrir sus criaturas nocturnas, como la fascinante ranita de cristal de Mashpi.
"Es maravilloso ver cómo los niños llegan a Mashpi y se emocionan al descubrir su entorno, conociendo a los animalitos del bosque y las plantas de la zona. Siempre están atentos a las palabras del guía, llenos de curiosidad y fascinación por los sonidos de la fauna silvestre, especialmente por el croar de las ranas en la noche. Esta es una experiencia única para vivir en familia, enseñando a los más pequeños la belleza del entorno y el respeto a los ecosistemas," comentó Marc Bery, gerente de operaciones de Mashpi Lodge.
Los niños viven de cerca la magia de la naturaleza, la belleza de los rayos de luz filtrándose entre los árboles y las serenatas especiales del entorno. Se maravillan con un universo único, explorando un paraje singular en Ecuador y en el mundo. Al final de su estancia, reciben el invaluable regalo del conocimiento, que perdurará en las futuras generaciones, aprendiendo a cuidar y amar el planeta Tierra y a todos sus seres vivos.