Revista Cultura y Ocio

¡Guerra a la democracia!

Publicado el 02 octubre 2017 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

844 personas es la cifra de heridos por las cargas policiales que seguían gritando «¡A por ellos!». La semana pasada lo hacían iniciando un viaje que creían que llevaba a un sueño unionista; ayer, lo hacían con las porras, con empujones, con patadas, con agresiones sexuales, y fuerza bruta.

Ayer, vi cómo una sociedad se soldaba bajo un estandarte de paz y resistencia no violenta, y otra, que nunca ha querido dialogar y que ha reducido todo su discurso a la fuerza de la ley armada, caía un poco más. Vinieron buscando a un monstruo radicalizado, a zombis que repetían un panegírico político, a gente que en sus cabezas no eran ni tan siquiera personas, y nos encontraron a todos nosotros, y a nuestros padres, y madres, y abuelos, y abuelas. Vinieron buscando el fascismo sin percatarse de que el fascismo viajaba con todos ellos en los coches, en las furgonetas y en aquellos barcos en los que hasta la Warner Bros exigió que se ocultasen a los dibujos animados de nuestra infancia por vergüenza.

¡Guerra a la democracia!

Hay miles de comentarios —en TV, en Internet, en la calle— que siguen negando una realidad de represión totalitaria, de falta total de proporcionalidad en el ejercicio de sus funciones y de uso de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado como policía política. Al contrario, la maquinaria de estado ha tildado la actuación de los Mossos d’Esquadra de escandalosa y ligera, olvidándose que una constitución —cualquier constitución— no se preserva agrediendo a sus propios ciudadanos. Por suerte, de esos miles, hay cientos de miles, y millones, de personas que han visto la realidad dentro y fuera de Cataluña. Esta madrugada era momento de que todos los ciudadanos de este país —de Cataluña, y también de España, y de Europa— recordásemos que cuando quitan la libertad y la democracia a un pueblo, quitan la libertad y la democracia a todos los pueblos; hoy, es un día distinto, de tristeza y dolor, y quizá por eso está nublado dentro y fuera de nuestras cabezas.

Hoy, es ese día donde los partidos de la oposición no deben reunirse con Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España, sino presentar una moción de censura directa y echar a su partido del gobierno.

Hoy, es ese día que hay que recordar a Europa que su existencia no es sinónimo de una moneda única, ni de rescates bancarios u oligarquías, sino de integración de sus pueblos y, sobre todo, de eficacia, calidad y buena orientación de la intervención de los distintos estados que la componen.

Hoy, España debería ser intervenida; hoy, Europa debería actuar si quiere que su propia esencia no se termine de vaciar de significado.

Lo peor de todo, es que el gobierno de España ha fallado a todos los españoles y a todos los catalanes, cualesquiera que fuera el sentimiento de estos, y ha dado alas a la independencia de un bloque que muchos seguimos sin creer que es mayoritario, que no estamos de acuerdo con la mayoría simple que no esperó a la cualificada en el Parlament, porque tras la demostración de lo que el día 1 de octubre fue terrorismo de estado contra su población, no importa el porcentaje del «sí» y del «no» en un referéndum que no cumplía las garantías democráticas mínimas —cuya culpa, de nuevo, vuelve a ser antes de aquellos que tenían la obligación de dialogar y no quisieron, que de aquellos que tenían un anhelo político-social distinto al que le gustaría al gobierno central.

Quiero creer que todavía no es tarde para el diálogo, para una reforma del estado de las autonomías, para el federalismo y para una votación legal y democrática que dé voz y voto para que los ciudadanos de cualquier nación de España puedan escoger su futuro. Pero eso no está en manos del Partido Popular, sino del resto de las fuerzas políticas de España y de Cataluña, así que échenle cojones (y ovarios), señores y señoras, y eviten que, catalanes o españoles, sigamos sintiendo vergüenza de lo que significa pertenecer a un país, o varios, que ha olvidado el significado de las palabras «libertad» y «democracia».


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