Revista Libros
Bajo este título tan sugerente y, casi diria que ilógico, quisiera explicar, o mejor aún, reivindicar la competencia, por llamarlo de alguna manera, hacia el libro que todo mortal conoce desde la invención de la imprenta de Guttenberg: el de papel, encuadernado, con tapas blandas o rústicas. Con la llegada de la tecnología y del incipiente "virtualismo" que parece infectar todo, el mundo del libro parece no ser menos a esta plaga y por supuesto ha recibido su dósis letal: el libro electrónico o e-book (para aquellos versados en la bellísima lengua de Shakespeare léase [i:´buk]). Dicho de otro modo y a razón de ofrecer una explicación del término expuesto: un libro digitalizado en una especie de consola o mini pantalla de quién sabrá cúantas pulgadas. Sus ventajas tendrá por supuesto, pero ligadas a ellas vienen las consecuencias. Aquí me limitaré a exponer éstas últimas, a saber, pues tengo el placer de tener un e-libro en mi haber (me referiré a este formato de esta guisa, castellanizado como debe ser, a lo largo del escrito) para relatar experiencias de su aspecto, apariencia y lectura, en este orden. Y a mi parecer tiene más cosas malas que buenas, bibliofiliamente hablando, y vaticino que es un formato muy frío, en sentido metafórico. Cualquier lector ávido en razones, y me refiero a un lector clásico y amante de la lectura como quien ama el cine, pensará que el e-libro no es más que un "no-sentir" (asi con guión, una palabra de mi propia cosecha) del proceso de lectura. Es decir, no sentimos fisicamente hablando el libro entre nuestras manos, otra cosa bien distinta es lo que nos cuente el autor o autora, lo que nos transmite; en cuyo caso entraría en juego nuestra capacidad lectora y receptiva, un punto y aparte a lo que aquí se esta debatiendo. Sentir el tacto suave del lomo de un libro, sus grabados, sus páginas olorosas (porque sí, los libros huelen y algunos demasiado bien), oir el chispeante y suave sonido al pasar una página ya leída o el ronco sonar del tocho de hojas al cerrarlo. Esto es sentir un libro en nuestras manos. Sin embargo, y cruzemos el rio, ahí tenemos al e-libro, recién parido por la tecnología más puntera y creciendo y madurando a pasos de gigante. Cada vez son más y más los e-libros que vemos ulular por el aire, volando y volando como cuan pájarillos recién salidos del nido en busca de la exploración del entorno. Los e-libros van y vienen, los lectores "vuelan" a su encuentro, no importa lo que cueste.
Como bien reza el titulo de mi blog, me declaro una bibliófila, una amante de los libros de toda la vida porque la sensación que me embarga al tener uno en mis manos casi diria que es como un rito: me envuelve como una polvorosa nube que me hace desconectar y al pasar las páginas la sensación es más grande; olores, letras, grabados y sonidos, todo entra en la nube. Y asi debería ser, no hay vuelta de hoja, y valga la redundancia.
Filóloga Bibliófila