Revista Opinión

Guerras climáticas

Publicado el 03 octubre 2010 por Cronicasbarbaras

Hace casi siete años, cuando el debate sobre el calentamiento global no apasionaba como ahora, el hispanista británico-estadounidense Sir Geoffrey Parker dictaba unas conferencias en la Fundación March de Madrid en las afirmaba que un enfriamiento climático, entre 1620 y 1720, facilitó grandes revueltas como la que independizó Portugal de España.

Parker, catedrático en la Universidad de Ohio, había establecido la relación entre las revoluciones y el clima, y cómo influyen las manchas solares en los enfriamientos o calentamientos globales.

Desde entonces mejoró este análisis mientras escribía “Felipe II: La biografía definitiva” (Planeta), que presenta estos días en España, donde acaba de recibir un nuevo doctorado Honoris Causa por la Universidad de Burgos.

Todos los historiadores coinciden en que es el estudio más grande hecho nunca sobre este Emperador que rigió un imperio en el que nunca se ponía el sol, y con el que comenzó también la decadencia española porque, entre otros motivos, sus guerras eran insostenibles por tener muchos menos hombres que los nativos de los territorios ocupados, como el Flandes.

Lo que se repite ahora con la OTAN en Irak y Afganistán, advierte.

Lo actual de Parker sobre cambio climático --vuelve a haber irregularidades en las manchas solares-- es que, como durante el enfriamiento anterior, el mundo no ha previsto combatir las anomalías bruscas, frío o calor. Felipe IV, rey entre 1621 y 1650, no tuvo ni un día de tranquilidad por la agresividad climática que provocaba hambrunas: se perdían las cosechas y las lluvias volvían los caminos intransitables para transportar lo poco que se salvaba.

Nadie había previsto aquel largo cambio climático y, lo peor, es que ahora tampoco hay reservas de alimentos para mucho más que unas semanas, incluso en la rica Europa o EE.UU.

Por si acaso, ¡a comprar enlatados para cien años!


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