El contexto de la crisis a todos los niveles mezclado con las cuestiones que amplifican la confrontación ideológica como la claridad de ideas, la formación e información, la radicalidad y quien sabe cuántas premisas psicológicas hacen de nuestro país un lugar violento en el que surgen frentes abiertos casi a diario.La actual apisonadora del poder no difiere mucho de la que hubo en tiempos pasados, excepto que nuestra capacidad para cambiar ciertas cosas es levemente mayor que en otros tiempos, ya que la democracia nos permite elegir entre una gama cerrada de ideas cada cierto tiempo. Pero lo que elegimos es siempre lo mismo, es decir votamos por personas que durante el periodo que sea tomaran las decisiones en torno a los asuntos de la vida pública que afectan a la vida privada, si es que ambos conceptos son separables.En España estamos acostumbrados a dos enfrentamientos clásicos siempre en boga, el que se genera en el eje izquierda/derecha y el de los nacionalistas/unionistas. Ambos ejemplos tienen diferentes ramificaciones, pero una estructura similar, en la que las elites del poder al mando de los altavoces marcan las directrices que son seguidas por los ciudadanos más dogmáticos, y por otro, los enfrentamientos en los que las discusiones no vienen marcadas por las ideas que dictan los políticos sino que los sentimientos están unidos por motivos más reflexivos, contextuales, o tradicionales pero sin un seguimiento férreo de las ordenes políticas.Estos enfrentamientos han tratado de abarcar todos los ámbitos de la política, y así cualquier acción ciudadana, o decisión política se mete dentro de la batidora correspondiente y se genera una postura ante la que la falta de apego se ve como una traición. Si no fuera así la continuidad de estas pugnas no tendría sentido.Pero las guerras a veces surgen como cisnes negros y los habituados a un tipo de enfrentamiento ven que de repente no tienen armas para luchar contra un nuevo bloque que en esta ocasión recrudece algo ya antiguo que llevaba un tiempo sin ser tan manifiesto gracias a las otras guerras y se trata de la lucha del ciudadano contra el poder establecido.Muchas voces claman que PP y PSOE son lo mismo, y claro los que están dentro no comprenden nada porque siempre han estado enfrentados al otro como el enemigo más cerril. Lo que no entienden es precisamente que la nueva crítica va precisamente dirigida a eso, a su constante enfrentamiento, a su forma de gobernar, a su poca perspicacia, a su afán por gobernar como primer objetivo, a su decálogo de mentiras, a su falta de escucha, a su creación de eufemismos y en general a su forma de tratarnos como si fuéramos idiotas.
La herida cada vez más abierta tiene soluciones fáciles y requiere de iniciativa por parte de los privilegiados que toman decisiones, la dejadez en la solución del conflicto sólo ahonda en su recrudecimiento, y aunque no terminen de creerlo esto ya no es un izquierda/derecha, es otra cosa que deben afrontar, cada declaración que trata de dejarnos como tontos es una piedra más que alguien recoge, y cuanto más tiempos sigan en su actitud altiva más difícil será hallar una solución pacífica a este conflicto.