La Educación Infantil y pre-adolescente no se trata sólo de educar a una niña o a un niño. No es sólo hacerle comprender lo que está bien o está mal, lo que debe o no debe hacerse, ni en cómo te tratan así debes tú tratar.
Los padres somos y debemos ser el reflejo dónde deben verse a futuro, seguro que muchos de vosotros y de vosotras tenéis la sensación que nos ven como necios y que ellos se ven a futuro mucho mejor… no está mal para empezar a crear esa necesaria confianza en sí mismos, y después ver cómo caen en la realidad. Esas subidas y bajadas también forman parte del estado anímico que los hará crecer como adolescentes hasta llegar a la edad adulta.
Un compañero de compañeros, mi compañero de equipo Porfirio Díaz solía decirme que cuanto mayores son los hijos, mayores son los problemas que tienes que atender.
“Los Problemas Crecen” era una serie de los ’80 que contaba la vida de una familia con adolescentes, algo exagerada en su comedia, pero con dosis dramáticas de lo que está bien y lo que está mal.
La educación del niño debe ser la equiparable también para una niña y viceversa. Sobre todo en sus primeros años no se deben hacer distinciones entre muñecas, garajes, bebés, carricoches, cocinitas, motos, pelotas y pistolas de agua. Deben aprender a jugar con todo y con todos, ya que es un paso hacia su madurez mental y sexual. Su orientación sexual no va a estar definida porque les obliguemos a jugar con una determinada cosa o juguete, eso será más adelante, cuando empiece a alcanzar la madurez. Así que por mucho que algunos padres se esfuercen en esconder “la llave del armario”, sus hijos e hijas determinarán su sexualidad a comienzos de la pubertad y/o de la adolescencia.
Debemos enseñarles CULTURA desde bien pequeños. No se trata de enseñarles un cuadro y que nos digan qué estilo tiene o si se usó pincel de seis o del ocho; se trata de estar con ellos y explicarles quién lo pintó, cuándo, cómo y el porqué. Involucrarle en actividades diferentes y positivas, potenciar su autoestima reforzando sus fortalezas, aceptarles como son, mejorar sus virtudes y capacidades, evitando objetivos demasiado elevados. Hacerles entender sus patrones de comportamiento, proporcionarles estabilidad emocional y darles compensaciones inmediatas; enseñarles y motivarles a aprender cosas nuevas cada día, a mejorar su lectura y escritura; a sumar y a restar, no sólo números, sino también hortalizas y frutas, y sobre todo, a saber lo que cuesta todo en esta vida y comprender que el dinero mueve todo lo que es material.Educarles en la comprensión de la lectura nos llevará más tiempo, así como dividir y multiplicar. Pero todo ello formará parte de las reglas básicas de un juego que durará toda su vida. Los cuatro puntos cardinales de su vida cotidiana, y no el logaritmo neperiano o las derivadas, eso le ayudará a conseguir un título, pero poco más, a no ser que sea profesor matemático o trabaje en un laboratorio de I+D (Investigación y Desarrollo), si es que cuando llegue a la mayoría de edad, siguen existiendo esas siglas.
Intentemos hacerles responsables en su día a día, no imponer nuestras normas de conducta aprendidas con el paso de los años. Nuestra forma de entender lo que está bien, no tiene porqué ser la suya.
La letra con sangre no entra, ni con golpes en la pizarra, en la mesa o con la regla en las manos ... el secreto está en la Motivación: con la motivación adecuada conseguiremos mover montañas, sin necesidad de recurrir a "Mahoma".
Esa motivación será la misma que nos acompañará toda nuestra vida (niños responsables = niños motivados). No la dejen escapar porque es la única que los sacará del pozo en los momentos difíciles y la que alegrará nuestros corazones en sus momentos superados.
Por último queda enseñar algo que cuando te haces mayor se te olvida: decir la VERDAD. Decía el maestro Jesús de Nazaret que ¡la verdad os hará libres!, y con toda su razón. No temáis decir la verdad nunca y promoved la sinceridad por dura que esta pueda resultar a los demás su escucha.
La gente que anda con tapujos y mentiras en lo más profundo de su corazón no son felices ni hacen felices a los que les rodean, por muy seguros de sí mismos que se puedan llegar a sentir.
Éste junto con los conceptos anteriores hará que vuestros hijos sepan distinguir lo que está bien de lo que está mal. Lo que quieran ser de mayores sólo dependerá de ellos.