Atar la cuerda a la viga del techo. Coger carrerilla y saltar hasta el pilar. Coger el ídolo dorado y volver hasta la repisa como un péndulo. Suena fácil. Puedes hacerlo. No te pongas nerviosa. Eres ágil, puedes hacer ese salto. Y si no, siempre podrás trepar por la cuerda e intentarlo otra vez en vez de pegarte un castañazo de cinco metros de altura. La cuerda es lo más fácil. Lo has hecho muchas veces. Apunta, gira el gancho, y lanza. Tira bien de la cuerda. Como si te fuese la vida en ello. Joder, pero ¿y si tiro demasiado fuerte y se me cae encima la viga? No, no, hay que hacerlo. Mejor que se me caiga encima ahora que cuando esté colgando. ¿Ves? Es una viga sólida, resiste el peso de una bola de cañón como yo tirando con fuerza. Puedes confiar en ella. La cuerda […]
Revista Cultura y Ocio
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