Revista Cultura y Ocio
Me parece relevante y significativo que la mayoría de manuales de guión, cuya autoría, claro, la tienen los estadounidenses, le dediquen (en términos comparativos) poco tiempo y espacio a los Tratamientos. Como se cuenta en este artículo en Hollywood muchos identifican el Tratamiento con una sinopsis larga: unas cinco páginas. Para el tipo y modos de Tratamiento más comunes aquí, hablaríamos del Treatment Draft. Otro ejemplo de que la terminología en cuestiones de guión sigue siendo dudosa, si resulta que, en ciertas convocatorias en España, se juzga que una sinopsis pueda extenderse justamente ese número de páginas.
El hecho es que la definición de Tratamiento tampoco debe ser tan clara al otro lado del océano pero hacia la zona de nuestros colegas iberoamericanos. Hace poco, le hablaba yo de Tratamientos a un colega argentino y éste se pensó que le hablaba de médicos. Quién sabe; puede que ellos lo denominen de otra forma. Pueden aclararnos esto los guionistas de allá. En España, parece que muchos profesionales coinciden en que es una herramienta útil.
Ejemplo de Tratamiento en Hollywood. Como se ve, es más un texto narrativo, sin que se requiera la división por escenas. En España, en verdad, tampoco es obligatorio, como ya vimos aquí.
Para mí es fundamental, un paso necesario, que no obligatorio. En noviembre pasado hubo hasta cierta polémica cuando Fernando Castets negaba que usara siquierauna escaleta, si bien matizaba que ello no expulsaba un documento previo, que le servía de “guía” o “mapa” antes del guión en sí.
Yo no podría escribir un guión sin el Tratamiento previo, pero, además, sólo le veo ventajas.
Primero, considero que es la manera más eficaz para que la estructura y los elementos dramáticos estén dispuestos en un documento donde detectarse, así, de un modo directo. Si está bien escrito (y no es solamente un documento digamos de uso privado), el productor o el lector de guiones (el script-doctor) encontrará de modo fácil todo ello.
En cuanto a si lo usamos como documento para uso personal, tiene una segunda ventaja: seremos nosotros mismos quienes veremos desglosadas las acciones y situaciones de forma ordenada.
Aunque sea ya a niveles prácticos, ello se ve “de un vistazo” mucho mejor en un desglose de escenas que en un guión. Incluso si uno usa ciertos trucos, esto se enfatiza. Por ejemplo, si usamos una fuente de letra pequeña y no utilizamos interlineado, tendremos un Tratamiento ante nosotros que, en poco menos que 20 páginas, nos expone todo lo que sucede en nuestra historia.
Por tanto, nosotros mismos sabremos (sobre todo, después de que “respire” y mantengamos cierta distancia con la última versión que hayamos escrito) si el arco del personaje funciona, y si cada escena es fundamental, o hay algunas de ellas que están pero no sirven a ningún propósito (dramático o narrativo).
En mis años de lector de guiones siempre he tenido una sensación recurrente. Los autores de esos guiones defectuosos que leo no hicieron Tratamientos; ni una escaleta. Se lanzaron directos al guión. Si no, no se explica que haya escenas que se alargan hasta la extenuidad sin objetivo concreto. O que se hayan entremetido subtramas innecesarias (esto merece un post aparte, que ya pienso; ¿por qué demonios se cree tan indispensable la subtrama? ¿Es que es obligatoria?).
Si escribimos un Tratamiento, sabremos si en cada escena suceden cosas. Si hay más adjetivos que verbos, puede que estemos haciendo algo mal. No es una regla de oro, por supuesto. Si el Tratamiento no va dirigido a un productor o un concurso con jurado o a un tribunal para una subvención, puedes escribirlo como te dé la gana.
El hecho, sin embargo, es que, en estilo minimalista o en estilo más literario, será un documento que te dirá, casi te gritará en la cara, todo lo que haces que el personaje realice o sufra. Y si tienes todos los pasos que le llevan al objetivo, si tienes todas las Subintenciones de cada Intención, es más fácil descubrir errores.
Por ejemplo, que hay demasiados pasos intermedios entre el protagonista y su objetivo para una película de 90 o 120 minutos. Por ejemplo, que cada Subintención no topa con dificultad alguna, con lo que tal vez no se justifique que el protagonista acuda la siguiente Subintención en pos de ese objetivo.
Otro ejemplo de Tratamiento: el de Terminator, de James Cameron. Si quieren descargarlo, aquí. En tercer lugar, un Tratamiento puede ayudarnos a despejar una duda que parece común entre los productores españoles, al parecer. Hace poco leí por ahí que prefieren adaptar novelas porque consideran que el escritor correspondiente habrá ya trabajado bien todos los elementos estructurales. Esto, en parte, es un insulto para la profesión de guionista. Es casi una vuelta al mito de que los guionistas sólo escriben diálogos. En verdad, un guión es muy diferente de una novela (bueno, al menos de las novelas literarias; para con ciertos best sellers hay apenas diferencia, y no es un piropo) porque cuenta más la estructura y los elementos narrativos que el estilo, o las descripciones. Por tanto, suponerle al guionista poca capacidad para con esto es como decirle que no tiene ninguna capacidad. Por otra parte, esto es una acepción muy errónea (y nada sorprendente, teniendo en cuenta el conocimiento de algunos productores de nuestro país), puesto que novelas con personajes incoherentes, esquemáticos, planos, o con estructuras defectuosas abundan por doquier.
Un buen Tratamiento puede ser, también, el esquema para una novela. Desde luego, a partir de uno, cualquiera de nosotros puede desarrollar una, tanto como desarrollar un guión. En realidad, el salto que amplía la distancia entre “guión” y “literatura” se percibe cuando se decide cómo se traslada cada escena del Tratamiento hacia uno u otro sentido.**
Comprendo que el Tratamiento va en contra de una posible actitud proactiva que, con pasión, necesite ya llenar la página de guión. Por qué no. Cada uno, que siga su método. Ahora bien, como ya hablara yo en su día con David Muñoz, de Bloguionistas, esto tiene el riesgo de que luego se plantes con un guión que tengas que recomenzar… casi desde cero. ** Me refiero a la literatura narrativa, a la novela, digamos, más convencional. Mucha novela, desde que llegó la modernidad, en realidad ni es tan narrativa ni sigue estructuras tan cerradas. En ese sentido, el cine narrativo se parece más a la literatura del XIX. Lo cual, por cierto, podría plantearnos más de una pregunta.