Tras los avances en el tema de Cerca del Cielo, y la buena noticia de que el pitching, parece ser, fue bien −una productora está interesada en ser una posible tercera pata de la coproducción−, me apetecía volver a labores más propias de guionista.
No dejo de leer guiones (ahora también en Triggerstreet, donde hay material de sobra), pero quería realizar el proceso desde el principio. En los últimos años, he estado más inmerso en revisar y reescribir tratamientos y guiones, y esta vez quería dirigirme un poco más atrás. Desde la creación de personajes. Una vez definidos (según mi particular método, que elaboré, en su día, a partir de las ideas de Eugene Vale; un libro muy recomendable).
Y ha sido cuando iba rellenando y rescribiendo las tarjetas de las primeras escenas, cuando me he topado con un tema que ya había surgido, curiosamente, en dos momentos, diferentes.
Para mí, de los mejores manuales de guión.
Primero, durante Un Verano de Guión, en la asesoría que tuve con Sergio Barrejón (sobre mi Tratamiento Proyecto Sísifo), donde me recomendó que centrara más la historia sobre un Protagonista. La segunda vez, justo al leer yo un guión que enviaron a mi ex productora.
En éste, la primera escena presentaba a casi todos los personajes relevantes en la ficción. Quedaba, sin duda, claro quién era el Protagonista, pero, para una primera escena, resultaba un poco abrumador.
Y he aquí que la primera idea que me tentaba, en este nuevo guión que afronto, era también una primera escena que hiciera lo mismo.
Todo es matizable. No es que sea obligatorio, como afirma Syd Field, que todas las ficciones cinematográficas necesiten un único Protagonista. De hecho, cuando analiza films como los de Altman, recompone su norma de una forma justificativa aunque un tanto forzada.
"Nashville es la protagonista porque es la que unifica todo, como un contexto; todo ocurre dentro de la ciudad. Ha varios personajes principales en la película, y todos ellos hacen avanzar la acción."
(El Libro del Guión, Plot, 1984)
Visto así, y luego, en su análisis de Network −que, según Field, tampoco se ajusta a su paradigma, porque no tiene un claro Protagonista−, este autor estaría admitiendo que menos relevante es que haya un único Protagonista (aunque ya veremos que trae más problemas que soluciones) como que, si son varios, su acción afecte a la trama.
The Insider, uno de mis guiones favoritos, tiene, de hecho, dos Protagonistas, y siempre creí una injusticia aquella nominación a Russell Crowe como Mejor Actor Secundario para los Oscars de aquel año. De hecho, pensando un poco en la filmografía de Michael Mann, no es tan inusual, y tal vez a este director le interese esto: Heat tenía dos Protagonistas (si bien el personaje de Robert De Niro, en parte por su propia interpretación, era más interesante), y Public Enemies, también.
A mí esto, descubro, también me tienta bastante. Autopsia era la historia de dos Personajes, y ni yo mismo sería capaz de incidir quién era el Protagonista. Y Asalto Informático tenía como protagonista un grupo.
Sin embargo, Barrejón tenía razón en parte. Por cuestiones prácticas. Y, en estos meses, revisando aquel guión, y ahora, con el nuevo en ciernes, he estado concluyendo cuáles son esas cuestiones prácticas. Si tienes tres o cuatro potenciales Protagonistas:
a) Es muy probable que no tengas tiempo de desarrollarlos todos. No en una película, que tiene (al menos en el cine español) una media de 90 minutos. Tanto es así, que incluso una serie como Game of Thrones, abriendo el universo a tantos personajes, y dedicándoles tanto tiempo, acaban por ir en contra de una narración que tiene mucho más tiempo que una película.
b) Puedes convertirlos en grupo todo el tiempo, pero entonces no individualizas, y puedes caer en el peligro de que se conviertan en “representación” de algo (de una idea, de una postura política, etc); es decir, en una alegoría.
c) Puedes volverte loco a la hora de incluir los puntos de giro, ya que no siempre será factible que cada uno de ellos afecte significativamente a todos y cada uno del grupo.
d) Puedes confundir a un espectador que está acostumbrado a seguir a un único Protagonista. Puedes crearle un conflicto con sus lealtades de afinidad y empatía. Es cierto que romper las expectativas es siempre una apuesta novedosa, aunque desde luego hay que asumir que el riesgo es grande.
e) Puedes confundir al lector o analista al que le pases el guión.
Esto último, sobre todo, lo he visto claro al leer ese guión que mencionaba que me llegó y he leído recientemente. En imagen, la verdad sea dicha, cada nombre que aparece en esa primera escena se individualiza enseguida, y sin problemas de claridad.
Aun así, el peligro existe, me dije. De forma que aparté esa idea de empezar con una escena −en realidad, era una secuencia de escenas− donde se situara al espectador frente a todos y cada uno de los personajes significativos de la historia. Por otra parte, en este caso, y ya sería algo nuevo en mí, esta historia sí se centra en un Protagonista.
Syd Field afirma (en El Manual del Guionista), y es bastante acertado, que lo ideal es que el protagonista y la premisa dramática quedan definidos de inmediato. Pero no siempre es posible, ¿o sí? A ver cómo resuelvo esta cuestión. Más, en próximos posts.