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Daniel, un anticuario amigo del narrador, ha matado a su mujer y ahora está internado en un hospital psiquiátrico. Nadie entiende cómo ha podido pasar eso, aunque es cierto que el amigo era un tipo extraño. Tal vez verdaderamente se había vuelto loco. Así, el narrador quiere comprender cómo ha llegado a cometer un acto tan deleznable y decide visitarlo en el hospital. Las conversaciones con Daniel son enigmáticas, como si su amigo quisiera que él descubriese algo. Además, el narrador comienza a tirar del hilo por su cuenta como un detective aficionado, y va preguntando aquí y allá a todos los que lo conocían y conocían a Juliana, su mujer.
"Y entonces, dijo Pastor, fue cuando Daniel pronunció esa frase horrorosa que jamás seré capaz de olvidar: he matado a Juliana, dijo, la acabo de matar, con un cuchillo, dijo, con este cuchillo de acá, y me acercó el puño cara arriba y fue abriendo los dedos hasta dejar la palma extendida, y no tenía nada en la mano, Gustavo, pero miraba el vacío entre sus falanges con fijeza, como diciendo esta es la prueba material de mi crimen."
De ese modo, la novela va tejiendo historias engarzadas con más historias, y todo salpicado de otras pequeñas historias intercaladas, cuentos del propio Anticuario que va explicando los libros que lee, si no acaso su propia vida. El Anticuario es un noir de libros donde la literatura es acertijo y también arma de delito.