“Parece que los escoges” me dijo mi mamá al verme llorar por terminar mi última relación, ¿a qué te refieres? le pregunte un poco más calmada. Su respuesta aun me da vueltas, “Por alguna razón todas tus relaciones siempre son con hombres que tienen problemas en casa, que tienen problemas con sus carreras, con su personalidad, etc. Como si fueras un centro de rehabilitación” Y eso me llevo a analizar mis relaciones pasadas, sentía que todo era mi culpa, que yo elegia a puro pendejo.
Así fue como después de esa relación, que sin haber sido del todo mala me dejo muy dañada y llena de complejos y con el apoyo de mi mamá, decidí comenzar a ir a terapia, en una de las primeras sesiones decidimos buscar patrones repetitivos que tuvieran mis parejas o que yo repitiera en todas. Me sorprendió lo comunes que eran en algunos aspectos mis exparejas y como esos aspectos a pesar de ser negativos yo los repetía y los aceptaba en cada uno. Y algo que yo hacia y aun sigo haciéndolo casi sin darme cuenta es que me encariño muy rápido de las personas, a los 3, 4 días de hacer conexión/ conocer a alguien ya siento un aprecio y una preocupación por ellos. El involucrarme emocionalmente muy rápido de las personas en un principio para mí no era malo o extraño ya que desde mi niñez tuve la fortuna de crecer en una familia cariñosa y que me llenaba de mimos, sin embargo, ahora en mi juventud parecía que eso ahuyentaba a algunas personas. Para mi quedar involucrada emocionalmente con alguien era algo rápido y ocurría casi sin darme cuenta.
El reconocer que en cierto punto ese era un problema, pero no solo mío, si no también de ellos por no saber sobrellevarlo me hizo comenzar a sanar poco a poco. Comenzamos por separar lo bueno de lo malo, lo positivo era: Me llevaba automáticamente bien con las personas, hacia muchos amigos a donde fuera, apreciaba los pequeños gestos que tenían hacia mí, tenia una habilidad sorprendente de, válgame la redundancia, sorprenderme hasta por las cosas más pequeñas, esto no debía cambiarlo, me hacia ser yo, una excelente versión de mí.
Pero no todo era color de rosa, reconociendo lo que me hacia mal me daba cuenta de todas las veces que yo sola me hacia daño, recordaba fechas que solo eran importantes para mí y que después me lastimaba el no poder sacar de mi cabeza, guardaba cualquier tontería como boletos de cine, conchitas y de más que volviendo a lo mismo parecía que lo tenia de recordatorio para llorar después de que me mandaban a la mierda, mis celebraciones se traducían en grandes gestos, lo que a parte de hacerme gastar un montón, solo hacia que se creyeran mucho y se asustaran por tanto, el abrirme tanto a las personas que no conozco bien ha sido mi perdición desde siempre, termino con muchas personas hablando de mi por esa persona de “confianza” a la que le contaba ciertas cosas que no debería. Al involucrarme con las personas demasiado rápido siempre llegaba a la misma conclusión, siempre me llevaba la peor parte.
De ese “problema” llegamos a la conclusión que en cierto punto siempre quería ayudar a las personas, lo que solo me hacía más daño, quería que estuvieran bien, que se sintieran bien, sin importar el cómo me sentía y como estaba yo. Me enamoraba y encariñaba de manera muy rápida y cuando se iban la sanación no era tan rápida, la depresión me duraba bastante y aun más la duda de que había hecho mal o porque no me quería lo suficiente como para quedarse.
Hasta la mitad de mis terapias ya pude repetir sin titubear:
Si le espanta que lo quiera tanto, el no es el indicado.
Si no se siente listo para estar conmigo, yo estoy lista para buscar a alguien más.
Estoy para que me rueguen, no para rogar.
Soy mucho, me merezco mucho.
Si no soy su primera opción, el no es una opción.
Si no me busca, si no me contesta las llamadas o si me deja plantada, No le intereso en absoluto.
Finalmente, después de un proceso largo lo comprendí, no soy un centro de rehabilitación, no puedo ni es mi obligación arreglar o intentar cambiar a alguien que fue educado de manera errónea, necesito a alguien que me sume, no que me reste y me haga sentir como en proyecto de labor social, no me gusta ni me gustaba “adoptar” ese tipo de gente, simplemente no la reconocía y ahora ya lo hago. ¿Qué si me sigo encariñando rápido? Si, justo me paso en verano, pero bueno, ya lo supero cada vez más rápido y ya me es más fácil distinguir entre un interés real, un interés de que solo te quieren coger y un interés inexistente.
Mujeres, hombres, todos, merecemos alguien que sea honesto, que nos brinde apoyo, comprensión y confianza, que tenga sentido del humor, pero también se tome con seriedad los problemas, que sea inteligente, que ponga compromiso de su parte para que lo suyo funcione y más que nada que les demuestre amor y respeto cada día de su relación.
Fernanda Martínez Contreras