En la última década del cine mexicano, aunque se han producido algunos trabajos destacables y reconocidos, es difícil negar que se ha presentado una especie de estancamiento en las temáticas que en su mayoría están enfocadas en la denuncia social. Al unísono las salas se han llenado de comedias fotocopiadas directamente de Hollywood; pero pocas cosas hay que se encuentran en un termino medio y que, además, están hechas con calidad y profesionalismo. Para suerte de los fanáticos del cine, en 2013 Jorge Ramírez Suaréz nos deleitó con una de esas películas que te sacan de lo cotidiano, con calidad y una historia conmovedora que nos hace recobrar la fe en el cine mexicano. Les hablo de Guten Tag, Ramón.
Ramón ( Kristyan Ferrer) es un joven mexicano que, ante la necesidad y la falta de oportunidades, decide migrar a Alemania (poco común tomando en cuenta que en México la primera opción de migración es Estados Unidos), en donde planea encontrarse con la tía de un amigo quien parece haber tenido éxito en su travesía. Sin embargo, al llegar al país europeo, no consigue encontrar a su contacto y al verse sin dinero, papeles o gente conocida se obliga a sobrevivir ante las adversidades de estar lejos de su país y su familia. La suerte lo lleva a encontrarse con Ruth ( Ingeborg Schöner), una mujer jubilada que vive en un edificio junto con otros ancianos que le cambian la vida al migrante.
Lo mejor de Guten Tag, Ramón es que no cuenta la típica historia de migración, penurias y crueldad humana, al contrario, brinda un panorama en donde florece la amistad y el amor derribando con estos sentimientos las barreras de la distancia, el lenguaje, la cultura y varias cosas más.
Ramón escapa de su realidad en busca de una vida que su tierra no puede darle y se encamina en un viaje a un lugar totalmente desconocido, sin hablar alemán se las arregla para hacerse entender y conseguir sobrevivir, pero más que eso, para ganarse un lugar en la vida de las personas que encuentra en su aventura. A veces sucede que aquello que nos puede parecer un completo desastre se convierte en una oportunidad y una experiencia de vida.
El trabajo y la honestidad del mexicano es capaz de conquistar el corazón de los alemanes que, sin salir de su país, también tienen que enfrentarse a otra cultura, otras costumbres y otro idioma en busca de compañía, comprensión y cuidados que su propia tierra, por razones más humanas que culturales, también les ha negado.
A pesar de que la película podría permitirse ser un retrato de las culturas los países implicados, la verdad es que está hecha con tanto cuidado que solo pasa rozando por ese camino y lo rodea concentrándose en el lado humanitario y solidario de las personas que están separadas por barreras que van más allá de lo físico, pero sin detenerse demasiado en sus orígenes. Quizá porque la lección que nos quiere compartir es que apoyar a quien lo necesita está más allá de las fronteras que nos forjamos nosotros mismos y que la amistad es posible sin importar de donde o como llegue a nuestras vidas.
Guten Tag, Ramón que tiene un reparto que da cuanta de la mezcla cultural que se ha obtenido, en el que se leen nombres como el de Adriana Barraza, Arcelia Ramírez, Rüdiger Evers y Hector Kotsifakis; es una película que se sostiene de sentimientos comunes a todos, de humor liviano y sobrio, de aventuras y una historia que puede ser real y tangible incluso en medio de cualquier adversidad.