Soy un poco aficionado a la ciencia ficción y hace años leí en un par de libros de su serie sobre robots, las teorías y leyes de la robótica de Isaac Asimov que no son ninguna tontería ni un cuento fantasioso. Recientemente he visto un reportaje sobre el tema que me ha sorprendido.
Trataba sobre los que se supone son los tres grandes padres de la ciencia ficción, Julio Verne (1828-1905), que no precisa presentación, Hugo Gernsback (1884-1967), luxemburgués que emigró a los USA donde fue editor de revistas técnicas y de ciencia ficción y en 1926 publicó la primera revista dedicada en exclusiva a la ciencia ficción “Amazing Stories” (Historias asombrosas), y H. G. Wells (1866-1946), del que supongo que conocéis, por haber leído las novelas o visto las películas, sus tres títulos más famosos, “La Guerra de los Mundos”, “La Máquina del Tiempo”, y “El Hombre Invisible”.
Lo que me ha sorprendido es que todo el mundo sabe que Julio Verne aparte gran escritor era un visionario que se anticipó en mucho al desarrollo de la ciencia escribiendo por primera vez, en serio y con cierta base científica sobre el submarino, el vuelo de aparatos más pesados que el aire, helicópteros, la posibilidad de que el hombre viajase a la luna, etc., lo que yo no sabía y me sorprendió es que H.G. Wells, aparte usar sus obras de ciencia ficción también para la crítica política, social y de la capacidad autodestructiva del ser humano (por cierto, me horroriza imaginar qué pensaría si todavía estuviese vivo) fue también un gran visionario que quizás no alcanza el nivel de Julio Verne, pero se le acerca mucho.
Aparte el tema de la capacidad destructiva del ser humano, que desarrollo sobre todo en su novela “The Shape of Things to Come” (traducción directa “La forma de lo que viene”) de 1933, donde describió con sorprendente veracidad la segunda guerra mundial pocos años antes de su inicio, solo que duraba 3 años más y acababa en la casi total destrucción en ambos lados, pero de final relativamente feliz sin guerras y con un gobierno mundial, nada menos que en 1908 publica “The War in the Air” (La guerra en el aire) donde anticipa con impresionante exactitud la guerra aérea y los bombardeos sobre la población civil, a los que vuelve a referirse, describiendo sus terribles resultados, en “The Shape of Things to Come”, pero lo más sorprendente es que anticipó la bomba atómica.
En 1914, meses antes del estallido de la primera guerra mundial publica “The World Set Free” (El mundo liberado). Solo 16 años antes Marie y Pierre Curie habían descubierto el Polonio y el Radio, en base a lo que Marie Curie bautiza por vez primera como radioactividad, y todos sus descubrimientos no son anunciados al mundo, fuera de los círculos científicos, hasta que en 1908 se concede el Premio Nobel al matrimonio Curie. Bien, pues en “The World Set Free”, recordad 1914, H.G. Wells describe la guerra nuclear con notable base científica y descripción realista de sus resultados y además califica el arma utilizada en ella por primera vez como Bomba Atómica. Pero hay más, hacia 1941 con la segunda guerra mundial iniciada y después de mandar varios mensajes a Roosevelt y Churchill advirtiendo del peligro que los nazis desarrollasen la bomba atómica, sin que le hiciesen caso, finalmente convence a Einstein para mandar el mensaje conjuntamente, y el resultado es la puesta en marcha del proyecto Manhattan que acabó desarrollando la bomba. No es que sea precisamente un final feliz, y aunque es más que probable que no le gustasen demasiado los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, su insistencia no es muy congruente con sus advertencias sobre la capacidad de autodestrucción del ser humano, pero esta es la historia.
