Título original: The Call of Cthulhu and Other Weird stories
Idioma original: Inglés1926
Editorial: Alianza (2018) Antología de relatos (terror)
Traducción: Rafael Llopis Paret, Aurelio Martínez Benito, Francisco Torres Oliver y Fernando Calleja Gutiérrez
Indagando en las raíces del terror
Me vais a matar, pero hasta la fecha no había leído nada, NADA, de H. P. Lovecraft. Por supuesto que había oído hablar de él -en este mundillo es casi ineludible-, que había leído obras claramente inspiradas en su trabajo, que conocía algunas sobre la figura del propio autor, y otras donde, ahora sí, veo clara su influencia y antes no; si hasta he jugado al juego de rol de La llamada de Cthulhu. Pero, nada, no se había dado la ocasión de sentarme con él. Le he puesto remedio con Los pilares de Cthulhu, recopilación que nos llega de la mano de la editorial Alianza.
Los pilares de Cthulhu es una antología con los relatos que, según el escritor y editor August Derleth, dieron forma a la creación del universo lovecraftiano, o lo que, dicho de otra forma, se viene conociendo como "terror cósmico". No están todos, pero sí los que podría considerarse como más significativos, ordenados cronológicamente. Serían los siguientes:
- La ciudad sin nombre (1921).
- El ceremonial (1923).
- La llamada de Cthulhu (1926).
- El color surgido del espacio (1927).
- El horror de Dunwich (1928).
- La sombra sobre Innsmouth (1931).
- Los sueños de la Casa de la Bruja (1932).
- El ser en el umbral (1933).
- En la noche de los tiempos (1934).
- El morador de las tinieblas (1935).
Como puede verse, una colección de lo más completa, y eso que faltan El caso de Charles Dexter Ward, El susurrador en la oscuridad y En las montañas de la locura, pero, como en el propio libro se indica, no habría sido posible incluirlo todo porque si no ya estaríamos hablando de un volumen de unas dimensiones, nunca mejor dicho, monstruosas.
Una vez hechas las presentaciones tocaría hablar del libro, pero ¿qué decir de una obra que supuso un cambio tan importante en la forma que tenemos de concebir el terror y que ya es un clásico a todos los efectos? Por muy profundo y filosófico que me ponga, no voy a poder igualar la cantidad ingente de estudios y tesis doctorales que van sobre las movidas mentales que fue capaz de parir este hombre en su breve paso por el mundo. Pero, claro, por otro lado, tampoco puedo permitir que alguno de vosotros vaya todavía por la vida sin haber leído nada sobre Cthulhu ni ninguno otro de los horrores primigenios. Como me ha venido ocurriendo a mí, vamos. De modo que voy a plantear los siguientes párrafos como una serie de motivos por los cuales hay que leer a Lovecraft.
Maestría atemporal
A menudo me he encontrado la siguiente objeción: estilo es demasiado descriptivo y eso hace que la narración sea lenta y pesada. Sí y no. Es cierto que este escritor se gusta con los detalles y que no deja piedra sin describir, resultando, a veces, más que pesado, repetitivo. Además, su uso del narrador, visto desde hoy en día, es un tanto tosco, usando y abusando siempre del personaje/narrador que está presente en los hechos y lo cuenta todo desde su propia y horrorizada experiencia.
Sin embargo, pese a todo, la escritura de Lovecraft consigue un efecto envolvente. Te atiborra de detalles y pronto uno descubre cuáles son sus peores fobias, sí, pero te mete en la historia con una facilidad sorprendente. La atmósfera se va creando a tu alrededor a medida que vas leyendo, y es un proceso lento que lleva páginas y páginas. Y sobre todo, es efectivo. Creo que muchos lectores han tomado por error estos cuentos como un ejemplo de descripciones tediosas, cuando, en realidad, es lo contrario. Es un portento de habilidad y destreza. Su infodumping no aburre, sino que siempre suma. Y es maravilloso.
Fue en el término municipal de Dunwich, en una granja grande y parcialmente deshabitada levantada sobre una ladera a cuatro millas del pueblo y a una media hora de la casa más cercana, donde el domingo 2 de febrero de 1913, a las cinco de la mañana, nació Wilbur Whateley. La fecha se recuerda porque era el día de la Candelaria, que los vecinos de Dunwich curiosamente observan bajo otro nombre, y, además, por el fragor de los ruidos que se oyeron en la montaña y por el alboroto de los perros de la comarca, que no cesaron de ladrar en toda la noche. "El horror de Dunwich".
Una de las razones por las que el autor se recrea tanto en la ambientación e insiste en las imágenes tenebrosas es el afán de generar miedo a través de las mismas, una cosa ya superada, pero que, en un mundo sin tanta película de terror ni gore ni efectos especiales, tenía especial fuerza. No obstante, ese trabajo concienzudo de crear pieza a pieza el escenario a partir de elaboradas descripciones encierra un arma de la que el autor sabe servirse con maestría: la escalada de tensión. En efecto, los hechos se van conociendo poco a poco, la bestia va dejando pistas de su paso, los fanáticos no gritan al mundo lo que están a punto de hacer -aunque se intuye-. Todo lo que aparece, se podría decir que hasta la última palabra, se articula alrededor del clímax, del apogeo, del punto álgido. Y ahí tenemos ese terror conseguido de una forma más que efectiva.
No quiero cerrar este apartado con motivos para leer a Lovecraft en 2019 y en el futuro, alegando a su importancia en el terror. Si de verdad te gusta este género, lo tienes que leer. Ya no solo porque se trata de un clásico atemporal, sino porque cuando lo hagas descubrirás que mucha de la literatura actual no hace más que volver recurrentemente a Cthulhu y el horror cósmico. Verás su legado por todas partes, algo que no es malo, pero sí que te ayudará a comprender mejor libros -y también películas, cómics y series- de tu propio tiempo.
Hay que leer a Lovecraft, gente, y ya está
Esto no es lo único que se puede decir de la obra de Lovecraft, claro, pero para ir abriendo boca puede valer. Ni que decir tiene que se trata de una obra imprescindible y absolutamente recomendable, así de claro. Me despido con una nueva cita, una cualquiera extraída de un texto que es una maravilla de principio a fin.
Cuando las estrellas eran favorables, podían trasladarse de un mundo a otro a través de los espacios siderales; pero cuando su posición era desfavorable, no podían seguir viviendo. Ahora bien, aun cuando no viviesen tampoco podía decirse exactamente que murieran. Permanecían sin salir de sus moradas de piedra en la gran ciudad de R'lyeh, amparados por los sortilegios protectores del omnipotente Cthulhu en espera de que llegase el día de su gloriosa resurrección cuando las estrellas y la tierra se conjuntaran favorablemente para acogerlos. "La llamada de Cthulhu".
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Fotos: Will Turner. Unsplash