Revista En Femenino

H20: Una fórmula desigual para las mujeres mexicanas

Publicado el 08 noviembre 2011 por Daniela @lasdiosas

Tinaco

Mª Jesús Flores revisa el interior de uno de los tinacos./ J. Marcos

J. Marcos y Mª Ángeles Fernández / México

¿Y los hombres? “Es que trabajan fuera del hogar. Nosotras podemos con todo. Sólo hace falta organizarse. Ellos sólo sirven para presumir de lo que ya tienen en la casa”. La respuesta de la mexicana Lidia Velázquez, vecina del estado de Morelos, zigzaguea en el aire con la profundidad propia de esas palabras cargadas de ironía que subrayan una verdad demasiado pesada.

Son las mujeres quienes reclaman con mayor rigor su derecho a una distribución más equitativa, pues son las responsables de cubrir las necesidades domésticas, productivas y de conservación

Las mujeres en México son las responsables casi exclusivas del trabajo doméstico y del cuidado de los miembros del hogar. “En este país, la mujer es la aguerrida, la emprendedora. El hombre no está por falta de compromiso. Creen que por el hecho de traer dinero a casa ya han cumplido su parte. Y no es cierto. Nos armamos de valor y hacemos frente a todos los problemas, mientras los hombres preguntan con cuánto hay que cooperar. Sólo suman en la parte económica. Lo que dicen es ‘atrás de usted voy, señora’. Pero a mi marido no le necesito atrás sino a mi lado. No necesitamos su dinero sino su apoyo”, explica por si no ha quedado claro la defeña Mª Jesús Flores.

En México, donde ser mujer es ser, al mismo tiempo y todas a una, ama de casa, psicóloga, plomera (fontanera), administradora y un largo etcétera, el acceso, la disponibilidad y la calidad del agua son tres de los principales problemas que asolan de manera especial a la población femenina. No es casual que sean las mujeres quienes reclamen con mayor rigor su derecho a una distribución más equitativa, pues son precisamente ellas las responsables de cubrir las necesidades domésticas, productivas y de conservación.

El ‘oro azul’ es utilizado en muchas actividades dentro (la cocina, el cuidado de los bebés y los enfermos, y la limpieza, lavado de ropa, principalmente) y fuera del hogar (elaboración de artesanías y otros productos para la venta). En el medio rural la situación de inequidad se mantiene, pues el acceso al agua está estrechamente vinculado con la propiedad de la tierra, lo que implica una enorme dificultad para las mujeres, porque sólo una mínima parte son propietarias o tienen derechos sobre la tierra. Su trabajo en el campo no es reconocido como labor productiva sino de mero complemento a la de los hombres.

Los factores naturales influyen en la disponibilidad del agua en México, pero no de forma exclusiva. Es cierto que la captación de agua es menor en el norte y centro del país, donde se asienta la mayor parte de la población y donde se generan mayores ingresos. Es cierto que los estados del sur tienen mayor disponibilidad natural de agua pero menor producción agrícola, industrial y de servicios. Pero también es cierto que las desigualdades en la distribución están estrechamente vinculadas con la capacidad de gestión y la situación económica de la población, de manera que quienes tienen menos capacidades y poder de decisión gozan de menores posibilidades para acceder a los recursos. Es el caso de las mujeres, que por razones históricas y las construcciones sociales actuales enfrentan condiciones de discriminación y desigualdad que afectan su acceso al agua y a la toma de decisiones sobre su gestión.

“Las políticas de agua generalmente han sido diseñadas y dirigidas con una visión técnica y masculinizada que da escasa importancia a los factores sociales y ambientales. Las mujeres están ausentes en todos los niveles en relación al manejo, la gestión y la toma de decisiones”

“En la Ciudad de México hay un modelo de gestión donde la distribución no es equitativa; además, la privatización impide que muchas personas accedan al agua. Pero nosotras consideramos que hay suficiente agua. No es una cuestión de cantidad, sino de distribución y de quién decide qué”, analiza desde la Red de Género y Medio Ambiente Brenda Rodríguez. “Las políticas relacionadas con el agua generalmente han sido diseñadas y dirigidas con una visión técnica y masculinizada que da escasa importancia a los factores sociales y ambientales. No se han incorporado el enfoque de género en las acciones del gobierno federal, estatal ni municipal, lo que es indispensable para que se consideren las diferentes necesidades y cargas de trabajo de las mujeres y los hombres. Las mujeres están ausentes en todos los niveles en relación al manejo, la gestión y la toma de decisiones. Esto limita la adquisición de capacidades técnicas y su empoderamiento”, reza el informe de la ‘Agenda Azul de las Mujeres’.

El modelo de gestión hídrica se sujeta en las grandes obras hidraúlicas, construidas por grandes empresas y reflejadas en grandes titulares. En ese esquema de grandezas, “es muy raro que se tome en cuenta a las personas y, en concreto, las mujeres se llevan la peor parte”, recalca Rodríguez.

La ciudad depósito

Bombas agua

Guadalupe Doce enseña la caseta de las bombas de agua./ J. Marcos

Iztapalapa es una de las 16 delegaciones del Distrito Federal. Con cerca de dos millones de habitantes, la traducción al castellano de este topónimo de origen náhuatl es ‘Sobre las losas del agua’, en referencia al suelo sobre el que se asentó en sus orígenes, en parte firme y en parte agua mediante chinampas (especie de jardines flotantes mesoamericanos). Pero ésa es ya una historia demasiado vieja. Porque hablar de agua hoy en Iztapalapa es sacar a la luz problemas de escasez, corrupción, mala calidad y contaminación. Para sumergirse con garantías en su complejidad es necesario acercarse a tres palabras que aparecen en toda conversación con vecinas de esta delegación: tinacos, pipas y tandeo.

Se cuestiona a las mujeres que asumen el papel de ir a por agua de noche: “Tienen que negociar con el marido antes de salir de sus casas, pues ellos no entienden que salgan a esas horas, pero luego se enfadan si no tienen la ropa limpia. Se enfrentan a chismes y juicios sexistas”

Los tinacos son depósitos de gran capacidad que, instalados en la parte superior de las viviendas, almacenan agua para uso doméstico. Su precio ronda los 2.000 pesos (120 euros) y una pequeña visita pone en evidencia que las palomas los han convertido en su lugar de descarga predilecto, con los problemas de salud que eso conlleva. ¿Sus responsables? “A los hombres les cuesta demasiado trabajo. Parece que dejan de ser hombres si reconocen que hacen ciertas labores domésticas. Tenemos cuatro tinacos por cada edificio y por lo menos hemos podido cambiar dos, porque los viejos no nos sirven ni para ducharnos”, se lamenta Sofía Valdivia, en la colonia Chinampac de Juárez, de Iztapalapa.

Las pipas son camiones cisterna que, de manera intermitente y bajo pedido, tratan de maquillar los problemas de abastecimiento de las familias. ¿Sus responsables? “Somos nosotras quienes peleamos las pipas. La proveedora es la mujer. ‘Usted me avisa’, dicen los hombres cuando quieren empezar a colaborar. Pero nunca toman la iniciativa. ¿No son ellos los papás, los grandes y fuertes? La pipa viene cuando la solicitamos, aunque hay que subirse para indicar dónde la quieres. Ahora por lo menos nos permiten subir en la cabina, porque antes teníamos que agarrarnos como podíamos a la escalera de la pipa”, añade Guadalupe Doce, también vecina de Chinampac de Juárez. Esta responsabilidad trae otras consecuencias para la familia, pues por ejemplo cuando a la mujer ‘le toca’ ir a por la pipa, las niñas y niños no van a la escuela o la cocina queda paralizada.

Para abastecer agua a la población, las autoridades también recurren al tandeo, un sistema por el que determinados sectores reciben agua de tubería sólo cierto número de horas al día… que en Iztapalapa no son precisamente cómodas. “La última delegación a la que llega agua por el sistema Cutzamala es Iztapalapa, que se conforman con recibir el agua a las cuatro de la mañana. A esa hora la Ciudad de México está durmiendo y por eso la reciben con más fuerza”, explica Rodríguez. ¿Sus responsables? Son las mujeres las que se levantan temprano para encender las bombas, aprovechar el agua disponible y almacenar la que puedan en garrafones, perdiendo horas de sueño que luego no podrán recuperar.

La disponibilidad es poca y la demanda elevada, pero además se cuestiona a las mujeres que asumen ese papel, según alerta Rodríguez: “Tienen que negociar con el marido antes de salir de sus casas, pues ellos no entienden que salgan a esas horas, pero luego se enfadan si no tienen la ropa limpia. Se enfrentan a chismes y juicios sexistas. Además son las que se organizan para cuidar a los hijos de todas”.

El significado del agua para las personas es por consiguiente muy diferente para hombres y mujeres. “Si preguntas la relación que tienen las mujeres con el agua, sale una lista grande: salud, tranquilidad, hijos, vida… En cambio, si preguntas a los hombres, se reduce al aseo personal y, en caso de que tengan, al auto”, afirma la integrante de la Red de Género y Medio Ambiente.

La ‘Agenda Azul de las Mujeres’

Mujeres agua

Las mujeres son quienes se reúnen para tratar de solucionar las carencias de agua

Al compás de lo que sucedía en otros países, México incorporó en la década de los noventa el enfoque de género en las políticas públicas. Con ritmos diferentes y resultados heterogéneos, el sector ambiental es uno de los que mayores avances muestra. El problema del agua está presente en esta área, pero muchas veces quedaba eclipsado por otras prioridades. Fue precisamente la escasa relevancia del ‘oro azul’ en la agenda de género lo que impulsó a la Red de Género y Medio Ambiente (RGEMA) a promover la ‘Agenda Azul de las Mujeres’, en el marco de la celebración del IV Foro Mundial del Agua, celebrado en México en marzo de 2006. “Hay dos objetivos prioritarios: hacer un diagnóstico de la situación en la que viven las mujeres en cuanto al acceso al agua en comparación con los hombres, pero no para victimizarlas sino para buscar propuestas; y fomentar su organización en torno al agua”, explica Brenda Rodríguez.

“Hay dos objetivos prioritarios: hacer un diagnóstico de la situación en la que viven las mujeres en cuanto al acceso al agua en comparación con los hombres, pero no para victimizarlas sino para buscar propuestas; y fomentar su organización en torno al agua”

Según queda reflejado en dicho documento, “la intensificación y el alargamiento de la jornada de trabajo destinada a las actividades domésticas, debido a los problemas relacionados con el agua, reducen las oportunidades de las mujeres para realizar actividades que les permitan un mayor desarrollo e incorporarse a las actividades remuneradas En el medio rural las mujeres deben recorrer grandes distancias para conseguir agua. El deterioro ambiental, la menor disponibilidad de agua y su contaminación se traducen en el deterioro de la calidad de vida de las mujeres”. Los grandes aspectos que abarca ‘La Agenda Azul de las Mujeres’ son: agua potable, saneamiento, cobertura, alcantarillado, calidad, agricultura y otras actividades productivas y reproductivas, participación, acceso, medio ambiente, gestión y conflictos.

“Si hay un problema con el agua, cualquiera que sea, las mujeres son las responsables porque hay unos códigos en la sociedad que dicen que es a ellas a quien les toca. Por eso, ante la falta de agua son las mujeres las que sufren y se sienten tristes o enojadas, y viven en silencio para escuchar la llegada de las pipas, imposibilitadas para realizar otros trabajos o estudiar el resto de trabajos”, explica Rodríguez. Su fuerza de voluntad es su mejor baza, conocedoras de que con muchas menos armas se han ganado batallas, pero conscientes también de que otras se han perdido con más medios.

El reflejo de su lucha es cristalino. Asambleas, cambios de hábitos, relaciones de tú a tú con el esposo, colaboración entre mujeres, visibilidad del trabajo hasta ahora oculto… Guadalupe Doce lo tiene claro: “No hay quién pase sobre nosotras. La vida nos va dando la razón pero también nos hemos quedado solas en muchos momentos. Poco a poco, lejos de ganarnos un título, nos hemos ganado el respeto tanto dentro como fuera de casa. Es lo que nos anima. Porque hubo malos momentos y vecinos que nos criticaron abiertamente porque decían que éramos una mala influencia para las mujeres. Muchas de las críticas vinieron por cuestiones políticas. Pero nuestras necesidades, de agua y como mujeres, son más reales que políticas”.

Lee la Agenda Azul de las Mujeres

Investigación agua

Una investigadora del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) analiza unas muestras. La presencia femenina es mínima en el manejo, la gestión y la toma de decisiones./ J. Marcos

Fuente: Pikara Magazine


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