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El proyecto de Unión Europea ha fracasado. No consiguió fraguar en las maduras y ahora en las duras se descompone como arena, el cemento no funciona. Las responsabilidades son múltiples y complejas. El modelo de crecimiento basado en deuda no dió más de sí. Estamos frente a una situación de ganadores y perdedores. Como suele pasar en las guerras unos pocos ganan y otros muchos pierden. La situación de empobrecimiento, pérdida de posibilidades y futuro, exclusión laboral y social, recortes en los servicios básicos, desahucios, pérdida de derechos... convierten la situación actual en un desastre para muchos. Es verdad que no ha habido bombas ni disparos, afortunadamente. Pero la situación es de una velada tensión.
Los países con más músculo industrial y mejor nivel de desarrollo aguantarán mejor la tormenta que los menos desarrollados, se nos volvió a olvidar la solidaridad en algún rincón. Y dentro de cada estado, perderán más lo que nunca tuvieron gran cosa. Polarizar las sociedades nunca fue inteligente, la pobreza es caldo de cultivo de todo tipo de problemas que terminan afectando a los pudientes. Estamos más cerca de los demás de lo que muchas veces deseamos.
Me preocupa por que veo a mis pacientes sufrir con lo que están viviendo. Me preocupa porque hemos perdido soberanía, control sobre nuestras vidas y eso lleva aparejado incertidunbre, angustia y desazón. Hemos rescatado la banca pero no la sanidad ni la educación, hemos puesto recursos en la esfera económica quitándolos de la gente que más los necesita.
Esto es una guerra. Las víctimas se encargarán de recordárnoslo.
Me gustaría dar un paso más. No podemos permitirnos quedarnos en una descripción de hechos, en una repetición de perspectivas no halagüeñas. ¿Qué podemos hacer?
Fundamentalmente dos cosas. La primera aplicar el sálvese quien pueda, el toma el dinero y corre, el quítate tú para ponerme yo. Ya saben cómo suele terminar esta opción, si es usted duque ó presidente de una Comunidad Autónoma no le pasará nada, si es un currito le cortarán la mano. La segunda es hagamos las cosas lo mejor posible, seamos profesionales, hagamos valer públicamente nuestra voz y razones. Muchos dirán que esta segunda opción es la de los "pringaos", los ingenuos o idealistas. Me temo que no, es la única opción que puede tener un final feliz, en lo personal y en lo social, en la distancia corta y en la larga.
Ir por la vida desafinados, siendo un chapuzas termina con altos costes personales y muchas veces con nuestra salud. Tratar de afinarnos y dar lo mejor de nosotros mismos produce el efecto contrario, nos engrandece y da sentido. La respuesta a la crisis no está en Alemania ni en Europa ni en el gobierno, el que más puede ayudarle en este momento es usted mismo.
Foto: 'Whos afraid of green, yellow, white & blue'
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