Václav Havel ha fallecido hoy en Praga a los 75 años. Fue presidente de Checoslovaquia y de la República Checa, y un gran opositor al régimen comunista, que abanderó la "Revolución de Terciopelo" en 1989.
Aspectos de su biografía pueden encontrarse por doquier en los medios.
Quisiera aquí rendirle homenaje trayendo a colación tres párrafos suyos, del texto "La política y la conciencia", un discurso escrito con ocasión de su nombramiento como Doctor honoris causa por la Universidad de Toulouse-Le Mirail, 1984, a la que no tuvo ocasión de asistir.
Decía, entre otras cosas, esto:
"soy partidario de una política apolítica. De una política que no es ni una tecnología del poder y una manipulación de éste, ni una organización de la humanidad por medios cibernéticos, ni un arte de la utilidad, del artificio y de la intriga. La política, tal como la entiendo, es una de las maneras de buscar y lograr un sentido en la vida; una de las maneras de proteger y de servir a este sentido; es la política como moral actuante, como servicio a la verdad, como preocupación por el prójimo, preocupación esencialmente humana, regulada por criterios humanos. Es ésa, sin duda alguna, una concepción muy poco práctica en el mundo actual y difícilmente aplicable a la vida cotidiana. Sin embargo, no conozco una solución mejor"[1].
También ayuda a comprender a Havel este relato, tanto por su dimensión histórica y periodística, como por su valor simbólico:
"un amigo mío, con asma grave, fue condenado por razones políticas a varios años de prisión, donde sufría en extremo, ya que sus compañeros de la celda fumaban y él no podía respirar. Todas sus solicitudes de traslado a una celda para no fumadores fueron desoídas. Su salud y, posiblemente también su vida, corrían grave peligro. Una norteamericana se enteró de ello y queriendo ayudarle de alguna manera, telefoneó a un amigo suyo, redactor de un diario norteamericano importante, y le preguntó si podía escribir algo al respecto. El redactor le contestó: "llámame cuando el hombre se muera"... Es una historia chocante, pero comprensible en cierto sentido: los periódicos necesitan una story. Y el asma no es una historia. Sólo la muerte podría convertirlo en tal cosa"[2].
La relación entre las profesiones comunicativas y la sociedad puede encontrarse en las palabras con que Havel concluye:
"tenemos que narrar sobre nuestro "asma" para que la gente no se muera de él (...) Queda un detalle: descubrir cómo se hace"[3].
Havel tuvo energía para dar los primeros pasos prácticos en el duro deber y oficio de sacar de su "asma" particular a la sociedad en que vivió.
[1] "La política y la conciencia", publicado en La responsabilidad como destino, Aguilar, Madrid, 1991, págs. 85-86.
[2] Ibid., pág. 169.
[3] Ibid., pág. 197.