Cuando una cree que ha triunfado como la Cocacola y que se ha llevado “el Gato al agua” ¡Pues no! Resulta que él es el “lindo gatito”, tú eres Piolín y el que ha triunfado ha sido él.
Nunca me ha quedado claro quién es el que liga, quién es el que sucumbe a los encantos del otro y cómo atribuirse a uno mismo o al contrario el éxito de la conquista.
Siempre he oído que “somos nosotras las que elegimos” ¡y una leche!…porque si yo elijo a George Clooney y él pasa de mí….¿quien ha elegido a quién? (obviamente mi querido George no me ha elegido, de haber sido así…aquí iba a estar yo)
Esto de ligar de forma convencional es como Tinder pero sin tener que pasar por el trauma de que te manden a paseo en “vivo y en directo”.
Si se te acerca un chico encantador “buscando tema” tú decides si “entras o no al trapo” (ME GUSTA/NO ME GUSTA…versión Tinder…¿veis?) Eso es una verdad irrefutable…pero esto se produce si él es quién da el primer paso y tú le dejas que continúe.
En este caso si el chico consigue lo que quiere…. Ha triunfado él, que no te quepa la menor duda.
Vale que tú has decidido bajar la guardia y dejarte ligar, pero él ha conseguido su objetivo fuese el que fuese ¿no?
Pero no nos engañemos, porque si a ti te gusta alguien y piensas (con premeditación y alevosía…eso siempre, somos mujeres “frías y calculadoras”) voy a intentar ligármelo y sacas todas tus “armas de atracción masiva” y decides ser tú la que lance el anzuelo…aquí pueden pasar dos cosas:
Que el chico en cuestión caiga rendido a tus pies y seas tú la que consigas ligar con él (esto quiere decir que tu plan de “femme fatale” ha funcionado).
Que pese a todos los esfuerzos, a los whastapp que has enviado, a los emoticonos con besitos y al “peazo” escote que te has largado encima….él no quiera dejarse cazar por ti.
¡Atención, atención! Estoy hablando de ligarse a un chico con unos fines que no sean el “aquí te pillo aquí te mato” inmediatamente, pues todas sabemos que “aplicando calor” en las zonas adecuadas pocos hombres dirían que no a dejarse cazar….
Pero de lo que estoy hablando yo (que cada uno piense lo que quiera) es cuando tienes interés por un hombre, cuando quieres que la cosa no se quede en un “rollo de una noche” y que no se olvide de ti en cuanto salgas por la puerta…entonces sí que la tarea de ligar se convierte en una carrera de fondo donde la paciencia es tu mejor aliado.
Ejemplo practico (por el que todos y todas hemos pasado):
Pongamos que has quedado a cenar con un chico que en principio “te hace tilín” y quieres conseguir que esa cena se transforme en algo más que una cita del montón.
Todo marcha fenomenal, el chico sonríe y tú sonríes, él se acerca y tú te acercas ( o no te acercas, pero tampoco te mueves de donde estás a pesar de saber que en 5 minutos lo tienes encima) la cita transcurre sin incidentes y quizás haya algún que otro beso (jooo! eso es para otro post…y ¿si no te besa, no le has gustado?) y cuando os despedís y cada uno se va a su casa empieza el verdadero juego.
El primero en demostrar interés….la ha cagado.
Si eres tú quien envía un mensaje al día siguiente (o a los 5 minutos de dejarte en casa) entonces “bonita” has abierto la veda de: me ha encantado y quiero repetir (el tío se sitúa en posición de poder y lo sabe) y ahora por imbécil, él tiene “la sartén por el mango” y sabe que puede decidir cuando escribir o no escribir, cuando quedar o no quedar, si pasar o no pasar (pues si buscaba una mera conquista ¿para qué quiere más)…. Tía…en este caso ¡Ha ligado él!
En cambio si después de la cita él es el que se comunica contigo agradeciendo la compañía (puede que lo haga por educación) o diciendo que le has encantado (frase célebre de todo macho ibérico) aquí ya ha dado luz verde él y tú puedes ser la que “juegue” con los tiempos.
Si él acepta tus tiempos (sigue insistiendo en verte, sigue escribiendo…) entonces nenita…¡Has ligado tú!
Y aunque el arte de la conquista no es una ciencia empírica, tal y como algunos se empeñan en demostrar (véase Mario Luna que dice que ha “decodificado” a la mujer) a veces tengo la extraña sensación de no saber muy bien si me han cazado o he cazado yo…porque ¿de qué me sirve cazar si a los tres días la presa se me escapa? ¡Mira que tienen capacidad de volverse invisibles!
Yo he decidido que puestos a elegir, ni cazar ni ser cazada…como mucho contemplo los toros…desde la barrera.