Oigo la noticia y una gran tristeza se apodera de mí. Ha muerto Donna Summer.
Sábado por la noche. Sandalias de plataforma imposible, vestido con falda acampanada enorme y gran cremallera fontal de arriba a abajo del vestido que me sienta como un guante, melena hecha milímetro a milímetro a lo Farrah Fawcett después de horas de secador y pinzas, maquillaje perfecto, brillo en los labios.
He quedado a las nueve, voy con tiempo, me gusta ir siempre en mi coche.
Mi hermano me ha dado una regla de oro. No dependas de nadie, ve siempre en tu coche, así puedes controlar cuándo y cómo te vas de todos los sitios. Hasta el día de hoy sigo esta máxima siempre que salgo sola.
Salgo del parking del edificio donde vivo.
Hace calor, mucho calor lo suyo es poner el aire acondicionado, sin embargo hay algo mucho mejor que ir fresquita y llegar a la discoteca sin brillos en la cara, yo siempre con mis rarezas.
Abro el techo solar del coche, meto el casete y subo el volumen a todo lo que da el equipo de música del coche.