“Habemus papam” abre la Seminci, una película sin pena ni gloria

El film encargado de inaugurar el festival de cine de Valladolid viene de manos del cineasta italiano Nanni Moretti, que deja el listón bajo para aquellas que sí compiten en la Sección Oficial.
Afirmaba durante la gala que su intención era la de hacer su propio Vaticano y cónclave, algo que, sin duda, ha logrado. Sin embargo, a lo que no ha llegado el director es a conectar con el espectador, alejándole con un guión lento y unos personajes de poca base psicológica si miramos más allá del protagonista, el Sumo Pontífice.
Es la historia de un cardenal que, al ser elegido Papa, descubre que no está preparado para afrontar la responsabilidad del cargo. Aquello que podría servir como punto de partida para indagar en el personaje, interpretado estupendamente por Michel Piccoli, se queda en la superficie, permitiendo que el resultado final sea una ecuación de personalidades planas sobre las que no se sabe nada, que no llegan a causar la risa ni la pena pretendida por Moretti, al querer hacer una película dolorosa y cómica al tiempo.
No ayuda a mejorar la calificación el hecho de que las acciones trascurran a ritmos irregulares que no se compensan de ninguna manera entre ellos, y que desconectan totalmente al público, que mira el reloj varias veces durante la proyección.
Le hace ganar puntos, pero no equipara la balanza de ninguna forma, la meticulosa escenografía, vestuario y ambientación, algo que se advierte al momento al no haber un argumento que enganche por ninguna parte.
El final, totalmente previsible desde que se desencadenan los hechos, deja frío, y desentona una banda sonora en esos momentos que le otorga un carácter épico que no merece para nada. Una mala elección para abrir el festival.