Por Gabriel Díaz, responsable de Publicaciones en Global Humanitaria
Había una vez un niño… es una forma de comenzar un cuento, o de explicar una realidad nada idílica.
Había una vez un niño que tenía 9 años y trabajaba en las calles de Phnom Penh, la capital de Camboya. Sus días casi no se diferenciaban unos de otros: se levantaba muy temprano, marchaba al centro turístico a lustrar zapatos y regresaba tarde a casa, donde ayudaba a cuidar de sus cinco hermanos pequeños. Rara vez iba a la escuela; la calle era el mundo más conocido para él.
…al que un día se acercó un hombre con aspecto de turista, uno de los tantos que llegan a Camboya desde países europeos o norteamericanos. Le pidió que lustrara sus enormes botas, después le llevó al parque de atracciones y al atardecer le dio una buena propina. Aquel hombre parecía muy bueno: con él había ganado cinco dólares, tres veces más de lo que solía conseguir en todo un día de mucho esfuerzo y trabajo.
…que cierta tarde contó a su madre que aquel señor tan generoso lo había invitado a marchar de excursión a las playas del sur del país. No iría solo, no, no, al viaje también podría ir el resto de la familia. Todo estaba previsto. En una habitación dormirían los varones y en otra la madre con las niñas. Al regresar la confianza había crecido, como crecieron las visitas del niño a la casa que el extranjero alquilaba en el centro de Phnom Penh.
…que se cruzó por el camino con un joven camboyano, un investigador de Protect. Conversaron un rato hasta que el joven le preguntó sobre aquel individuo extranjero con quien tanto se dejaba ver por las calles de la capital. El niño respondió que se trataba de un amigo de la familia. Pero el investigador insistió en saber un poco más sobre aquella relación peculiar.
…que de pronto supo que había sido víctima de abusos sexuales y que aquello que había hecho el extranjero con él era un delito que atentaba contra su vida. Su voz tembló al declarar ante la policía y lo mismo le ocurrió después frente al juez. Su pequeña conciencia se llenó de palabras y conceptos que nunca había escuchado; fueron tiempos de confusión, mucha ansiedad y tristeza.
…que nunca más volvió a ser el mismo. Un año de intermitentes abusos sexuales lo marcaron físicamente y trastocaron su personalidad para siempre. El pederasta fue detenido, juzgado y encarcelado en Camboya. Su madre declaró ignorar todo sobre los abusos sexuales cometidos por el extranjero. El niño tiene ahora 13 años y vive en un hogar de acogida en la capital camboyana.
Todo lo que se cuenta en esta historia es real. Se trata de un trozo de la vida de muchos niños de las calles de Phnom Penh a los que Protect ha brindado apoyo legal y psicológico. Niños cuyas vidas toman protagonismo en la campaña Había una vez un niño, de Global Humanitaria, cuya exposición fotográfica, durante los últimos cinco años, han visto más de 40.000 personas en 40 ciudades de España.
Éste es el espot de la campaña Había una vez un niño.