Revista Diario
Desde que el mundo es mundo y los seres humanos pasan por una etapa infantil más o menos reconocida socialmente, los niños han jugado con todo tipo de objetos más o menos sofisticados. Algunos de ellos como las muñecas (de trapo, de madera, de plástico), las espadas, los caballitos, han sobrevivido a lo largo de los siglos y han resistido a las más estrafalarias modernidades. Otros tienen su propia historia. Uno de ellos, es el famoso Osito de peluche, conocido en el mundo anglosajón como Teddy Bear. Este tierno y adorable osito tiene poco más de un siglo de existencia. El 14 de noviembre de 1902, el presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt, conocido con su nombre de pila como Teddy, fue invitado a una cacería por el gobernador de Mississippi. Cuando la mayoría de los participantes habían conseguido su presa, el presidente aún no había dado con ningún animal. Fue por ello por lo que sus ayudantes le propusieron rematar a un pobre oso malherido y fingir así que había conseguido su trofeo cinegético. Roosevelt sin embargo rehusó esa trampa aunque pidió que dieran el tiro de gracia al moribundo animal para que dejara de sufrir. Dos días después un dibujante de cómics de contenido político del Washington Post, Clifford Berryman, hizo una ilustración en la que recreaba el momento. Un avispado comerciante de juguetes de Brooklyn, Morris Michtom, que ya hacía tiempo que fabricaba ositos de peluche, envió uno a Roosevelt y pidió permiso para usar su nombre de pila para bautizar al muñeco. El famoso Teddy Bear fue todo un éxito y un año más tarde Michtom fundaba su propia compañía de juguetes. Desde entonces se han vendido miles y miles de ellos y se han abierto museos en su honor en todo el mundo.