@miryamposada 19 de abril del 2013
Había una vez un señor,
curtido por la calle,
sus experiencias,
su gente,
sus vivencias,
de sueños grandes,
en un mundo pequeño,
con sus ideas por bandera,
una mochila que muchas veces le pesaba,
pensaba que era debilidad decir que le pesaba,
que había gente que con una palabra o una sonrisa le podían liberar algo de ese peso,
era ese cascarrabias de corazón blando,
esperando a ser valorado,
visto de otra forma,
con unas ideas en una sencilla libreta,
pues aunque estaba en tiempos muy modernos era hombre de viejas y buenas costumbres.
Un día quiso aprender a comunicar, pero quiso hablar de algo más que aplicaciones, quiso que las personas le vieran más cercano, no como a ese genio loco metido en un pequeño cuarto sin ventana, sin aire, sin sueños, sin espacio que le motivara.
Así que se puso a observar, a sentir, a vivir, todo desde otro punto de vista, de golpe de sus manos brotaban palabras extrañas, estaba hablando de personas en lugar de hablar de ordenadores y sistemas, empezó a viajar con la mente, para llegar al destino donde la conversación y la escucha imperan.
De la mano de su eterna pupila aprendió a no tener miedo a que usen sus debilidades en su contra, aprendió a verlas, a no asustarse y a potenciar sus destrezas, cosa que aprendió de tanto empeñarse en que su pupila viera las de ella.
Poquito a poco este señor estaba haciendo social media, ya no era el geek, era una persona más en la calle, viendo y analizando ideas, cambiando su entorno, su tono de humor y percepción, estaba en proceso de lo que él llama comunicación 3.0.
**//** por @miguelthepooh 3 de mayo del 2014
Hace un año me pasó este texto, en realidad no me reconozco al 100% pero lo que es seguro es que es ella la que me debe ver así. Mis percepciones han cambiado en el ultimo año pero supongo que en el fondo mantengo parte de las sensaciones que tienen las personas de mi.
Hace ya muchos meses que se me eligió como coordinador de proyectos y supongo que eso ha encurtido mi carácter. No creo que sea menos humano que hace meses pero lo que si es seguro es que soy menos incauto.
Mis experiencias no se acumulan solo desde hace días si no que se trata de años, pero la coordinación de proyectos y eventos hacen que todo se vuelva más duro y el peso de la responsabilidad hace que tu piel sea más dura… aunque no impermeable.
Ahora que los procedimientos se han vuelto grandes y frenéticos te das cuenta que ya no te valen la palabra… solo valen los actos. Los fieles seguidores se aprovechan de la reputación del equipo, en realidad lo han hecho siempre pero nunca lo has querido ver. Las acciones mal gestionadas demuestran que algunos no pasan de meros transeúntes en el proyecto.
Otros que han pasado de puntillas por la carretera se han convertido en imprescindibles, personas que sin buscar nada más que ampliar sus conocimientos han dejado su huella y esa impronta es realmente con la que me quiero quedar.
Ahora que releo mis lineas puede sonar a despedida, pero nada más lejos de lo que está pasando. Por fin los proyectos están despegando y por fin somos apreciados en nuestro entorno… somos visibles y esperamos quedarnos grabados en la retina de muchos… al menos de alguno.