Ser conscientes de ellos para dejarlos ir...
Siempre leemos sobre qué cosas podemos practicar para instalar la felicidad en el día a día. Pero definitivamente, hay hábitos que nos sabotean la tarea.
En primer lugar, tenemos el rencor. No perdonar nos hace susceptibles a reaccionar de manera negativa ante cualquier evento que lo tomemos de manera personal. La ira y el resentimiento son estados malsanos que alejan de nosotros la tranquilidad, el sosiego y la compasión.
Seguimos con la renuncia a nuestros sueños. Esta no se da porque lo decretemos de un día para otro. Se va acrecentando cuando le damos largas a esos proyectos en mente, enterrar nuestros dones o talentos, seguir en nuestra zona de confort y no tener coraje para emprenderlos.
Un hábito bastante terrible es no tener tiempo para la alegría. Quien tiene niños en casa sabe muy bien que casi todo su tiempo están felices, y que ésta es proporcionada por cosas simples. Y es así, por ello debemos disponer de un momento para alegrarnos con los detalles, ser conscientes de las bendiciones que nos rodean o simplemente hacer aquello que te gusta.
Asimismo, conformarnos con relaciones superficiales, compararnos con otros, vivir desde la envidia, dar más valor a las posesiones materiales que a las experiencias, hacer de lado la creatividad, el miedo, ser mezquinos, y dejar de vivir el momento, son algunos de los hábitos que alejan la posibilidad de llevar una vida armoniosa y en equilibrio.
Con información de Huffingtonpost
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