Es lo que tiene el no pegar ojo. Y que las casas tengan paredes casi de papel. Que te aprendes sin querer entre toma y toma, con un ojo abierto y otro cerrado, con las gafas cayédose y el pelo despelujado, los horarios y rutinas de los demás.
El del tercero B pone el depertador a las seis y media y sale de casa a las siete y cuarto puntualmente todos los días. Le debe gustar lo de madrugar, porque los fines de semana sale también temprano, sobre las ocho de la mañana. Los del tercero A son trasnochadores y se acuestan tarde a mis ojos ( que me acuesto como las gallinas para aprovechar más...). Ay, pobres ingenuos, esperan un bebé para este verano... El caso es que se acuestan más allá de las doce. Por la mañana a las ocho menos cuarto suena el despertador y a las ocho están en la ducha ( bueno, juntos o separados eso ya no lo sé ;-)). Entre la noche alguien se levanta al baño siempre ( presumo que será la embarazada, claro).
Pues eso, así podría seguir. Y no es que sea cotilla. Que más quisiera yo que dormir plácidamente y no enterarme de nada de lo que hacen los demás. Ains...