¿Qué pasa con esas palabras que no nos aventuramos a decir?.
¿Qué ocurre con esas frases que en el preciso momento en el que fueron concebidas, las asfixiamos a base de lágrimas, recelos, timidez y/o imaginarios pánicos a la par que endebles lealtades?
¿Qué hizo que nuestro silencio permaneciera tenso, casi petrificado?
Desgraciadamente muchas de ellas no se evaporan, más allá, retumban en cada esquina de tu casa devolviendo además eco, lo que produce ardientes quemores en la boca pues su único deseo es desembarcar directamente en los oídos de aquel inconsciente destinatari@ que debió recibir y no recibió.
No soy la misma desde que tiempo atrás, descubrí el inmenso bien que provoca el destensar silencios. Sin ánimo de arrancar pieles que no regeneren, más bien con prudencia, calor, honradez, dulzura y sosiego en el hacer, recibirás paz. El amor fluirá y aunque lo normal es que la previsión de lo que esperas o más bien esperabas entonces, se aleje bastante de lo que esta tu realidad ahora, viene a darte, ya que no cabe duda que hay contar con que el paso del tiempo difumina provocando que no sea lo mismo hoy que ayer, es una apuesta segura al bienestar interno. Y de seguro que a quién entregues, agradecerá el regalo.
En ocasiones, desconocemos en la mente de quién estamos así como las estelas grabadas. Al igual ocurre con quiénes tan libremente se pasean por nuestro corazón sin conocimiento de ello. Mágico es el momento del encuentro. Perturba, sonrroja, alegra ... Vierte luz.
Decir lo que no se dijo es entregar dispensa a secretos extenuantes. Es permitir que axiomas arcaicos deserten de su cargo.
Y ... nunca se sabe lo que puede ocurrir después ...
Quizá sea uno de los mejores momentos de tu vida ...
Tal vez descubras un universo que te era prohibido ...
Puede ser que encuentres respuestas a tu sueño ...
A lo mejor, hasta vuelves de nuevo a cantar ...
Yo no sólo canto ... ¡bailo, abrazo, beso, acaricio y vivo a través de sus ojos!...
...Y te miro...
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