Javier Sachez García, finalista del
Premio Internacional Novela Corta La Esfera
Pero lo que verdaderamente nos importa es conocer más sobre su séptima novela "Anatomía interna de las moscas" con la que ha obtenido una nueva distinción en su faceta de escritor, la de finalista en el Premio Internacional de Novela Corta La Esfera 2104.
“Anatomía interna de las moscas”, es una novela que retrata las miserias de la postguerra, ¿cómo se te ocurrió la idea de escribir una historia que tiene como fondo la vida de un verdugo?
Título: Anatomía interna de las moscas"
Autor: Javier Sachez García
Edita: La Esfera Cultural
ISBN: 978-1-326-11316-2
¿Has necesitado mucho trabajo de
documentación para escribir esta novela?, lo digo porque retratas
muy bien las desgracias de los años 50, y Evaristo despide un tufo
asqueroso y morboso, que parece propio de su oficio.
No demasiado. Tras leer el artículo
volví a ver el documental “Queridísimos verdugos”, de Martín
Patino y me pareció absolutamente sobrecogedor. El documental se
basa en el libro “Los verdugos españoles”, de Daniel Sueiro,
pero éste no quise leerlo. Prefería tener una idea previa general y
desarrollar un perfil del verdugo, basado exclusivamente en el
impacto que me provocó el documental. Yo contemplaba en la pantalla
las opiniones y los gestos de aquellos verdugos (los tres últimos
ejecutores de sentencia en España) y me preguntaba: ¿A quién
elegiría yo si me dieran la posibilidad…? Es un documental que
inquieta. No volveré a verlo.
En la novela siempre se habla de un
maletín, ¿por qué nunca se emplea la expresión “garrote vil”
para denominar la herramienta del verdugo?
Sí. Es una víctima, sin duda. La miseria engendra víctimas a gran velocidad. Evaristo resume el concepto víctima pues sus circunstancias reman en su contra desde que nace: Familia paupérrima, Postguerra, alcoholismo, sociedad traumatizada, Guerra en Rusia… Exceptuando a los altos gerifaltes y a los aprovechados del sistema, ¿Quién no era víctima en los 50? Pero considero al verdugo un símbolo, un pequeño resumen, una mixtura de la moral dominante en la época (de la que aún no nos hemos logrado desvestir), en la que se mezclaba la religiosidad supersticiosa junto al sepulcro blanqueado, la bipolaridad ganadores-perdedores, el raquitismo de la ética, la inercia decadente en la Historia del país y esa tendencia a la venganza ruin que anida bajo la piel de los días sin futuro. Todos los protagonistas de la novela son víctimas del Sistema, de una Superestructura que engendró una indigencia secular y promocionó azules divisiones a Rusia. ¿Eres un autor que considera más interesantes los personajes perdedores?
Claro. La atracción por los perdedores, por los fracasados, va adherida a la historia de nuestra literatura: El Quijote, El Buscón, El Lazarillo, El Pedro de Tiempo de Silencio. Los ganadores se definen por sus hazañas, los perdedores se definen por lo cotidiano. La historia de este perdedor es como una pequeña historia de la España desfavorecida, que por otra parte, era la definición de la inmensa mayoría. ¿Qué sentimos más cercano? Hay una película española extraordinaria: Los Santos Inocentes, de Mario Camus, que se rodó en mi tierra, Extremadura. Esa peli es, estrictamente, la historia de los perdedores. Por cierto, en la película “Los Santos Inocentes” trabajó uno de mis hermanos, Juan Sachez, en el papel de Quirce, el hijo mayor de la familia protagonista. ¿Puedes contar un poco más por la elección de “Anatomía interna de las moscas” como título para tu novela?
Todos hemos contemplado el trajinar de las moscas en verano sobre una mesa o en una pared. Si alguien aplasta una, sus compañeras no varían sus hábitos ni la rutina de sus movimientos. Deambulan al lado del cadáver, impertérritas. Eso, exactamente, ocurría en este país. Un ejecutado era una mosca destripada que a nadie llamaba demasiado la atención. A catorce kilómetros de España hay un continente donde matan diariamente a cientos de personas y yo me enfado porque olvido el número pin de mi móvil.
El autor en su biblioteca con un
ejemplar antiguo primera edición
Desde pequeño he sentido fascinación por los libros antiguos y por las librerías en general. Con el tiempo, adquirí la burguesa costumbre de comprar mis libros preferidos buscando sus primeras ediciones: La Voluntad, Camino de perfección, El Aleph, Tiempo de Silencio, Sonata de primavera… Es un fetichismo como otro cualquiera. ¿Cuáles son tus autores preferidos, y crees que tu literatura puede ser deudora de alguno de ellos?
Es imposible enumerar. Puedo citar a los escritores rusos del último siglo y medio, Turgueniev, Andreiev, Lermontov, Solzhenitsyn, Tolstoi y, sobre todo, Isaak Babel; También los poetas españoles del siglo XX; Las novelas de Dickens, los versos de Cirlot y los cuentos de Borges. Siempre regreso a Borges. También siento fascinación por la novela Tiempo de Silencio, de Martín-Santos. Es una obra sin parangón. Sobre si mis escritos son deudores de mis autores, no lo sé. Supongo que sí. Suelo leer obras de escritores muertos, no sé la razón, pero creo que eso influye en mi forma de escribir. Pero sí que hay autores que me empujan a escribir después de haber leído sus obras. Los citados Borges y Martín-Santos, por ejemplo. ¿Qué ventajas y desventajas tiene para ti la novela corta? ¿Lo consideras un género menor?
No es un género menor, en absoluto. No encuentro gran diferencia entre novelas cortas y obras de más amplitud. No creo que el número de páginas guarde relación con la historia que uno quiere contar. En mi opinión, escribir un relato corto requiere más técnica narrativa que una novela de 200 páginas pues exige precisión, descripciones ajustadas, personajes bien definidos en menos espacio, estructura equilibrada y eliminación de lo superfluo. Escribir relatos cortos de calidad (los rusos son, en mi opinión, los grandes maestros) es todo un oficio. ¿Tu novela nació como novela corta o sufrió algún ajuste para cumplir las bases de la convocatoria Premio Internacional de Novela Corta La Esfera?
No. Es la extensión que suelo necesitar para escribir una obra. He publicado siete novelas y cinco de ellas pueden considerarse novelas cortas. El protagonista, Evaristo, tiene una inclinación sexual que él mismo considera pecaminosa, la cual aparentaba ser un filón para explotar en la novela pero quedó en algo discreto. ¿Faltó espacio? ¿Cambio de rumbo? ¿Poco interés?...
No me interesaba explotar el morbo. En general, se suelen utilizar dos caminos cortos para que una obra literaria(o una película) llame la atención del lector/a: El sexo y la violencia. No quería perseverar en el detalle de sus perversiones. Es un camino demasiado fácil. He preferido bosquejarlo y definir mejor el perfil complejo que citábamos antes (moral, hábitos. Superstición, sentido de culpa…). Literariamente y en cuestión de creación en que andas metido actualmente.
Pues terminé hace unos meses un relato (novela corta, diríamos) y ahora estoy escribiendo una novela sobre la actual supervivencia de la gente, del paisanaje, en un barrio atormentado por los fondos buitre, el palpitar humano que resiste o el demonio de la desesperanza. Que haya gente que pierda su casa porque un Fondo de Inversión se ha quedado con el inmueble es algo que me hace afilar las uñas. Los verdugos no han desaparecido. Reverberan. Se especializan. Creo que tenemos nuevos verdugos, más pulcros, más snobs, más ambiciosos y que ejecutan rítmicamente sin necesidad de girar el garrote.
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