Entrevista con Jordi Corominas i Julián
por Carmen Moreno
Jordi Corominas i Julián (Barcelona, 1979) es poeta, escritor y editor. Ha publicado dos novelas en catalán: Una dona que sap jugar amb els peus y Colors, ambas en Abadía editors; una biografía histórica en italiano, Macrina la madre (Milán,2005 Jacabook); y acaba de coeditar junto a Ana S. Pareja la antología Matar en Barcelona (Alpha Decay, 2009). Como poeta publicará en 2010 su poemario Paseos simultáneos (Vitruvio) y tiene pendiente de publicación dos poemarios, uno sobre visiones del siglo XX, el otro sobre su Barcelona. Dirige junto a Neill Higgins el show perfopoético Loopoesia, expresión performática de su voluntad experimentadora. Es editor de panfletocalidoscopio.com y Bcn Week, además de colaborar en varias revistas de ámbito nacional e internacional.
¿Por quéel nombre de Loopoesía?
Esa es buena para empezar. Loopoesia parte de un capricho muy personal. A mediados de enero de 2008 terminé un relato criminal muy realista, con mucha carga detallista. Mis paseos por los lugares previos al asesinato para encontrar símbolos idóneos para el texto me cansaron sin saberlo. Me entró fiebre por primera vez en doce años y en mi tobillo apareció un horrible sarpullido. Pasé dos meses tomando notas de charlas, imágenes y pensamientos callejeros. Me fui de viaje, entendí qué estaba haciendo y entre escuchar mucha música y sentirme más libre parí un poemario experimental que en breve publicará Vitrubio, 130 poemas enlazados. A lo largo de las vacaciones de verano escribí Las nocheviejas del Patriarca y me parecieron la pieza idónea para musicar. A principios de 2009 hablé con Neill Higgins, me dio su ok y así juntamos música y poesía. ¿El nombre? Las melodías que elegimos, a falta de aprender algo de producción, se transforman en bucles que armonizan con el ritmo de mis poemarios, ese, y no otro, es el porqué del nombre de nuestro proyecto.
¿Qué influencias tienen del surrealismo?
Cuando pensamos esa pregunta, y digo pensamos porque Neill y yo somos uno en dos por lo que concierne a Loopoesia, casi nos entra la risa. No por nada, sino porque en primer lugar coincidimos en analizar el surrealismo como exceso de realidad, lo que lleva a las verdaderas influencias del proyecto. Sí que hay surrealismo, pero especialmente es algo muy libre en sus motivos estéticos. Las fotos de nuestros iconos son de gente que adoramos o detestamos. Paul fumado incita a la imaginación, George es buen Karma. Quizá nos pasamos deliberadamente con el sector femenino de nuestro imaginario, pero de manera consciente. Lady Di es un personaje endiosado desde la nada, Audrey Hepburn es nuestro grito contra la anorexia y La Duquesa de Alba es ella, sin más. Las piernas loopoéticas fueron un regalo bien aprovechado de una modista de mi barrio y los otros elementos escénicos simbolizan mensajes que queremos transmitir, yendo desde la decapitación con tridente de la muñeca fascista hasta el lanzar gominolas al público, al que amamos como si fuera un niño adulto. Hay muchas más tela que cortar y sólo un verdadero axioma de nuestra idea, no nos importa repetirla: el surrealismo, así como Loopoesia, es exceso de realidad, ergo somos hiperrealistas.
¿Qué les ha hecho la pobre Isabel la Católica?
Así como Carmen es la poesía, del latín carmine, Isabel la Católica nace de una tontería que luego adquiere sentido. En Paseos simultáneos, que también tiene mucho que ver con el hiperrealismo desde la divisa de aunar fragmentos que adquieren unidad real al juntarse, es la única figura histórica que aparece en dos ocasiones. Eso me gustó, me reí un buen rato y luego constaté que nuestro proyecto es todo lo contrario a lo que representa esa reina sucia que tanto gusta a los fascistas.
¿En su espectáculo hay más de inspiración o de transpiración?
La inspiración en este caso tiene que ver con la precisión y aquello que tanto se comenta entre quienes nos han visto. ¿Sois espontáneos cuando actuáis? Sí, lo somos una barbaridad, en cada espectáculo hay pequeñas variaciones que dependen de muchos factores como el sonido, las reacciones del público o nuestro estado de ánimo. Hace poco metí el micro dentro de la pierna, que también sirve para jugar a baseball o golf, y generé feedback. Aluciné. Eso son excepciones. El haber representado Loopoesia en tantos lugares ha logrado que el show tenga unos pasos marcados que acompañan, así lo pretendíamos desde el principio, las poesías que suenan con la música. Lo único inspirado es la poesía automática que escribo en mi cuaderno. Tengo un verso de partida y luego, intentando que tenga sentido y no sea una astracanada, improviso sobre la marcha. Salen cosas sorprendentes.
La transpiración es otra cosa. Hemos actuado mucho en estos calurosos meses y suelo perder entre dos o tres kilos en el escenario. La culpa es de Jean Martin du Bruit por ser tan dandi. El anónimo toledano va más fresco y suda mucho menos. Y ya no hablemos del pony, ese ser.
Además, del espectáculo poético que está desarrollando en estos momentos, tiene usted una capacidad de creación desbordante. ¿Qué prefiere, el show o la escritura en soledad?
Son muy diferentes. Con la escritura en soledad experimento una sensación de plenitud que tiene que ver más con una labor artesanal, me gusta ver la escritura de este modo, hilas palabras, somos lo contrario a Penélope, personas que, desde nuestra imaginación y visión del mundo, vamos tejiendo un vestido que nos enamora. En cambio, con Loopoesia proyecto mi trabajo de artesano loco, como mi querido sombrerero de Alice, por unos altavoces, monto un universo limitado a unos metros y me divierto en su interior como si fuera un jardín de infancia muy serio.
¿Siempre quiso ser escritor?
Con seis o siete años escribí unos cuentos cortitos, con ilustraciones, titulados la marmota martell: la marmota martillo. Eran una mezcla de James Bond, mi oso Risitas y un indescriptible amor infantil por los animales actuando de manera incoherente. No sé si entonces quería ser escritor. Nunca dejé las letras. Cuando viví en Roma me entró el deseo de ser historiador y combiné ambas disciplinas hasta que me decanté por la literatura. Y así seguimos.
¿Se considera usted poeta o narrador?
Supongo que la lógica dicta responder ambos campos. Conviene matizar. Claudia Apablaza opina que soy mejor narrador que poeta. Me inicié antes en la poesía, la abandoné y me centré en la narrativa, publicando dos novelas en catalán. Después de la segunda, que terminé en 2005 y se publicó en 2008, recuerdo parar un largo tiempo y encontrarme, de golpe y porrazo, escribiendo poesía. Volví a dejarla por relatos en castellano y la retomé de manera definitiva, después del golpe enfermo de enero de 2008, tras escribir Caterina Jaén. Desde ese momento me siento más poeta y me lo corrobora el hecho de sufrir este verano escribiendo los relatos para un nuevo libro, El mayordomo de la muerte. Al final quedé contento con el resultado, aunque noté una angustia que no siento con los versos. Puede que ese padecer sea positivo y no todo tenga que ser o salir fácil, lo que por otra parte es muy relativo.
Le he oído en más de una ocasión afirmar que le es más cómodo escribir en castellano que en catalán, ¿cómo lleva eso un barcelonés que habla catalán en casa?
¡Y encima tengo acentazo! Siempre comparo el castellano con un vino tinto y el catalán con un buen blanco seco.Es mi lengua materna y la tengo insertada en mi disco duro, con ella el proceso de composición del texto resulta muy sencillo, mientras el castellano es un caldo duro pero exquisito del que siempre captas nuevos sabores que antes ignorabas. Dejando las metáforas cabe decir que para mi es un enorme reto dominar un idioma y con el castellano disfruto como un loco, me apasiona, es un amor absoluto el que siento por esa lengua.
¿Cree usted, como Fresán, que “la Literatura argentina es rara”?
Leo más literatos europeos que sudamericanos, me falta ese horizonte. Nunca idolatré a Cortázar o a Borges. Aun no he leído al chileno Bolaño porque quiero que desaparezca la obsesión que produce, una especie de insensata veneración papal que sufre hasta su principal valedor en nuestro país. Tuve una época muy italiana que se desvanecióy permitió el surgimiento de Inglaterra y la literatura en lengua alemana como referencias. Pero vaya, leo de todo, de los últimos argentinos me quedo con Kohan, y eso que tampoco me hace dar volteretas.
¿A qué cree que se debe la proliferación de publicaciones de autores hispanoamericanos en nuestro país?
Se debe a Bolaño y a esa caza del zorro invisible que busca, ya lo apunté antes, buscar un sucesor. Es como cuando Indurain se retiró y dijeron que Olano era su clon heredero. No, eran diferentes. En ese punto muchos se equivocan. Es bueno que haya mucho hispanoamericano, pero seleccionado con mayor criterio del que se tiene ahora. De todos modos hay autores del otro lado del charco extraordinarios y su presencia en España es absolutamente necesaria, sea por presencia, carisma o calidad literaria. El intercambio entre hermanos siempre es positivo, nunca negativo que diría Van Gaal.
Si tuviera que darme el nombre de la persona más importante para usted sería…
Sé que persona es, pero no voy a decir su nombre porque no le gustaría. Creo que con eso ella lo sabe, y sies así me siento feliz con la respuesta .
Dígame, tres cosas por las que dejaría de escribir
1.- Viajar por todo el mundo, pero al hacerlo querría plasmar mis impresiones, uno de mis ídolos es Giacomo Casanova, el primer moderno, y eso cuenta mucho.
2.- Todo el dinero del universo. Tampoco. Al tener tanto viajaría y escribiría con la paz económica que todos necesitamos.
3.- La máquina del tiempo. Eso sería la hostia en vinagre, pero pasa lo mismo, escribiría mis impresiones. La calle y el mundo me pierden.
No, no puedo dejar de escribir por nada, que le vamos a hacer.
Por último, y agradeciéndole su paciencia: ¿cree en la suerte?
La suerte uno se la trabaja y si llega es bien merecida.