Revista En Femenino

Hablando de desviaciones

Publicado el 30 abril 2010 por Daniela @lasdiosas
Las declaraciones de Evo Morales en la inauguración de la I Conferencia Mundial de Pueblos sobre el Cambio Climático, realizada en Cochabamba para debatir y plantear propuestas dirigidas a enfrentar el cambio climático, causaron un amplio revuelo periodístico. La conferencia, convocada por él mismo frente al fracaso de Copenhague, que pretendía que se tome en cuenta la experiencia y la perspectiva de los grupos humanos que no han sido incluidos en estas discusiones y que suelen ser los más vulnerables, especialmente las mujeres, se constituyó en el escenario para que el presidente boliviano se extendiera en una serie de apreciaciones, algunas de las cuales generaron una andanada de titulares en el mundo por razones que lamentablemente no deberían haber constituido el centro de las informaciones sobre dicha conferencia.
“El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres.” “La calvicie, que parece normal, es una enfermedad en Europa, casi todos son calvos. Y es por las cosas que comen. Mientras, en los pueblos indígenas no hay calvos, porque comemos otras cosas,” expresó en alusión a los resultados que, según su peculiar interpretación, se tendría debido a comer alimentos transgénicos.
Estas declaraciones fueron inmediatamente traducidas por la prensa mundial como un ataque a los homosexuales, repetidas hasta el cansancio y tomadas burlescamente por el común de los lectores, que veían en cada calvo que pasaba o en cada comedor de pollo a un “desviado”. Pensé en mi hijo, a quien amenaza una calvicie prematura.
No faltaron tampoco los defensores y traductores de Evo, como Pascual Serrano, quien se extendió en la interpretación de lo expresado por el presidente boliviano: “yo entiendo que por desviación pretendía referirse – quizás sin utilizar el vocablo más adecuado – a disfunción o esterilidad, de todos es sabido que la concentración de espermatozoides ha disminuido en el semen de los hombres de los países desarrollados. O quizás se refería a la alternación del proceso de maduración sexual de los niños debido a esas hormonas.” (1)
Como vemos en la cita textual, es cierto que Evo nunca pronunció la palabra homosexual, pero creo que lo pronunciado realmente por Evo y lo traducido por sus defensores expresa una concepción clara de cómo consideran que se construye la identidad de género masculina y femenina. Es evidente que para ellos prima la inmutablidad de lo biológico en relación al género, es decir que el hecho de nacer con un determinado sexo, que es un hecho biológico, determinaría los roles, las expectativas, los comportamientos per se, como si naciéramos ya programados con el chip de género, y éste no fuera una construcción sociocultural. Sin embargo, no podremos negar que es a partir del nacimiento que nosotros y nosotras vamos teniendo determinadas consideraciones y expectativas para hombres y mujeres y las vamos moldeando según el orden de género establecido en nuestra sociedad. Desde la primera ropa, rosada o azul, y en nuestro crecimiento, se tienen expectativas para uno y otro género – tranquilitas y serviciales, cuidadoras de la prole para las mujeres, fuertes y valientes, potentes y protectores para los hombres – y una serie de condicionantes que reproducimos a diario, y que van constituyendo los pilares sobre los que se va construyendo la identidad masculina y femenina. Dice Marta Lamas: “En cada cultura una operación simbólica básica otorga cierto significado a los cuerpos de las mujeres y de los hombres. Así se construye socialmente la masculinidad y la feminidad.” (2)
Los contenidos del discurso de Evo Morales y de sus traductores nos plantean además que el “ser masculino” es sólo de una forma, sin que la sociedad o las culturas tengan intervención en esa construcción del género, pues ya venimos al nacer con el chip incorporado y con el destino marcado para procrearnos, por ejemplo, y lo que lo impida, ya sea la esterilidad o el bajo conteo de espermatozoides, resulta determinante para la consideración del ser (menos) hombre. Pobres de aquellos que no puedan o no quieran reproducirse, entrarán con seguridad en la categoría de “desviados” también.
Por otra parte, no era muy difícil que se interprete también que lo desviado se podría referir a la homosexualidad o a quienes optan por otra forma de vivir su sexualidad o que definen una identidad de género distinta a su sexo, sobre todo por la relación con las hormonas femeninas que se hizo en el discurso, porque hay un nefasto sentido común que considera desviados a quienes se salen de la marca heteronormativa impuesta. Desviado es el insulto, palabra que expresa descarnadamente la discriminación, el prejuicio y la homofobia.
Hay que decir que creer que el nacer con un sexo es lo que determina que hombres y mujeres seamos de una forma y no de otra, que tengamos condiciones y posiciones y expectativas distintas, que lo que se sale de la norma, de lo esperado para el género es desviado y negativo, no corresponde solamente al esquema de pensamiento de Evo Morales, sino al de muchísima gente, incluyendo la que se rió cuando leía su discurso, a los asesores que le ayudaron, a quienes los defienden y apostaría que incluso a la oposición que vio en la diatriba una oportunidad para el ataque feroz.
Es lamentable que una válida preocupación sobre los efectos de los organismos modificados genéticamente o las consecuencias que podría tener la utilización de hormonas sintéticas, si fuera el caso, haya sido banalizada por el discurso de un gobernante que dio pie para que un evento de esta importancia quedara encerrado entre una sola línea de discusión.
Entonces las desviaciones aludidas, mediáticamente aprovechadas, provocaron una desviación mayor: la prensa se desvió de las discusiones que ahí se dieron y no dio cuenta de sus contenidos o no le interesó. Las importantes propuestas que se hicieron en cada una de las 17 mesas que se formaron y el acuerdo firmado quedaron perdidos en la nebulosa levantada por la prensa mundial.
No nos enteramos, por ejemplo, de que en el evento participaron más de 90 países, cerca de 35 mil personas de cientos de pueblos y culturas. Muchos representantes de grupos sociales, líderes indígenas excluidos de las deliberaciones de las Naciones Unidas estuvieron allí y pudieron levantar su voz y contar que cerca de 200 millones de personas en el mundo son consideradas migrantes climáticos, que han sido expulsadas de sus lugares de origen por problemas derivados del calentamiento global, que en el año 2030 entre 24 y 700 millones de personas podrían verse desplazadas por los efectos derivados del cambio climático. No se dijo que estuvieron presentes miles de mujeres que exigieron que sus demandas se incluyan en las agendas globales, pues ellas serán las más afectadas debido a los roles que tienen en sus comunidades y porque son ellas las más pobres y las que menos posibilidades tienen de enfrentar los riesgos. Sólo como muestra un botón: en los ciclones de 1991 en Bangladesh, el 90 por ciento de las víctimas fueron mujeres; en el tsunami asiático de 2004, entre 70 y 80 de las víctimas también fueron mujeres.
Se habló de esto en la Cumbre y se habló de los derechos de la naturaleza, que ya fueron asumidos en la Constitución ecuatoriana y que son un llamado a entender la naturaleza de una manera distinta, no como el lugar de donde se extraen los recursos para el mercado. Se exigió a los diferentes Estados que asuman un serio compromiso con la humanidad entera. Se planteó con fuerza que “De incrementarse el calentamiento global en más de 2º C, a lo que nos conduciría el llamado ‘Entendimiento de Copenhague’ existe el 50% de probabilidades de que los daños provocados a nuestra Madre Tierra sean totalmente irreversibles. Entre un 20% y un 30% de las especies estaría en peligro de desaparecer.” (3)
Se habló en múltiples idiomas de justicia restaurativa, de la necesidad de una profunda transformación en la agricultura hacia un modelo sustentable, del gran desafío que enfrentamos como humanidad para detener el calentamiento global y enfriar el planeta, de los compromisos que les corresponde asumir a los países que más contaminan, de nuevos encuentros y nuevos procesos. De todo esto se habló y muchos de estos temas se “desviaron” quizá premeditadamente de la atención de la opinión pública mundial.
De estas desviaciones queda claro que hay mucho aún por trabajar en cuanto a las concepciones de género imperantes para ganarle la batalla al prejuicio, que queda un extenso camino por recorrer en la lucha contra el cambio climático para que se hable con fuerza de éste y de las propuestas de los pueblos, de las mujeres, y queda finalmente la esperanza de que nuestros gobernantes sepan callarse y reflexionen más para que luego no tengan que pedir disculpas como lo hizo ya el presidente boliviano (4), que tengan la sabiduría para mirar el bosque y no el árbol cuando hablan, aunque a este paso, sobre todo si no se toman medidas como las propuestas en esta conferencia, de bosque quedará muy poco en un futuro próximo. Por Rosa Montalvo ReinosoNoticias Ser Perú[email protected]La Ciudad de las Diosas

Notas:
(1) Pascual Serrano, “Evo Morales y la homosexualidad”,
www.PascualSerrano.net, 21 de abril del 2010, http://www.pascualserrano.net/noticias/evo-morales-y-la-homosexualidad
(2) Marta Lamas (2000): “Diferencias de sexo, género y diferencia sexual”, Cuquito, enero-abril, Vol. 7, Escuela Nacional de Antropología, México
(3) Acuerdo de los pueblos, adoptado en el marco de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, Cochabamba, Bolivia, 22 de abril del 2010, http://cmpcc.org/
(4) A través de su portavoz, Evo Morales pidió disculpas a la comunidad gay señalando que “respeta la libertad sexual” siendo su propósito "que termine la polémica de que comer pollo provoca desviaciones sexuales y calvicie en los hombres".
http://www.clarin.com/diario/2010/04/27/elmundo/i-02188128.htm

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