Es tremenda la hipocresía con la que actúa la Iglesia y su acólitos. Por obra y gracia de los forofos católicos (y no sé si también del Espíritu Santo) tenemos que aguantar que entre otras ofensas durante el último viaje de Benito XVI, nos digan que tenemos un laicismo agresivo, que además estamos viviendo una situación similar a la de la República y que tengamos que ver escenas de clara discriminación de género.
Todo eso, además de lo que ha implicado los gastos del viajecito --y más en tiempos en los que los demás tenemos que apretarnos el cinturón--, las genuflexiones del gobierno de turno y las críticas desde los espacios meapilas a los que hemos ignorado tan fausto acontecimiento y hemos perdido la ocasión de salvar nuestra alma. Es curioso ver cómo la gente no ha respondido a esta llamada papal ni de coña (en Santiago se esperaban 200.000 visitantes y ha habido 50.000, mientras que en Barcelona el medio millón esperado, parece que a penas ha llegado a la mitad), lo que demuestra una progresiva disminución de los católicos practicantes, a pesar de que no lo reconozcan.
Pues bien, resulta que, por si fuera poco, desde asociaciones y medios de comunicación ultracatólicos, con su habitual intolerancia han denunciado a Buenafuente por la crítica satírica que ha hecho en su programa a la visita del Papa: