Borges y el resplandor de las palabras.
Foto de Alicia D’Amicio.
Borges y María Kodama, en Alcalá de Henares (Madrid), 1980.
Foto © Antonio Suárez.
(Hablarle a Borges, 99). Dicen que Borges dijo o escribió: «No nos une el amor sino el espanto. / Será por eso que la quiero tanto». Y pensando en el posible sentido de la presunta paradoja, se me viene: «Y, en medio del espanto, es el amor / el puerto que nos salva del terror».
(Hablarle a Borges, y 100). Dicen que Borges dijo o escribió: «Ahora me resigno a ser quien soy y, en suma, no sé si he llegado a la felicidad, pero he llegado, a veces, a cierta serenidad, y eso ya es mucho». Ante lo cual y como despedida —al menos momentánea— de estas citas de los jueves, sólo se me ocurre decir: «Aquí paz, y después Borges».
Y a la viceversa, como se verá: «Aquí Borges; después Paz».
Con Borges en efigie. Durante el Fitur de hace más o menos un lustro.
Foto: SPM.