Si hay algo de lo que no se parará de hablar hoy, y probablemente en días sucesivos, es de fútbol. Un deporte que puede ser un bello espectáculo y que se ha convertido en un mercadeo que mueve cifras impúdicas.
A pesar de que reconozco que me gusta ver un buen partido, no soy un seguidor capaz de conocer los pormenores de este deporte. Hoy me interesa menos que ayer y lo considero cada vez menos deporte, aunque siga siendo un espectáculo.
Y es que el fútbol está contaminado. Totalmente contaminado por este sistema, en el que se apoya y del que ha inoculado sus vicios. Hoy el fútbol es un gran negocio, donde los beneficiarios se forran de una forma exagerada.
Esto viene al caso porque la crisis que nos acucia parece no haberle hecho mella. Y ahí sigue como si no fuera con él. Hoy, más que nunca, sirve al poder y le sirve para que actúe como cortina de humo.
Es difícil poder explicar racionalmente que un partido de fútbol, donde ha jugado España, haya sido el programa de televisión más visto en toda la la historia. Como también es difícil de explicar que por participar en un torneo y ganarlo, por muy importante que sea, los componentes de la selección –todos, incluidos suplentes y cuerpo técnico— puedan obtener una prima de 300.000 euros cada uno –la segunda más importante de todos los países participante--, cuando su país, este país, se está desquebrajando por las costuras.
Aquí el fútbol tiene absoluta impunidad. Mientras que nosotros, ciudadanos de a pié, estamos cada día más asfixiados, mientras que todos los días cierran decenas de pequeñas empresas, mientras son miles, y lo que te rondaré morena, los desahuciados por no poder pagar la hipoteca, resulta que los grandes clubs de fútbol, esos magníficos clubs de este deporte adorable, se pasean sin rubor, debiendo, como deben, 752 millones a Hacienda, más lo que deben a la Seguridad Social, que según expertos es mucho mas, pero son datos que no se pueden hacer públicos.
Parece que las deudas totales se acercan a los cinco mil millones. Y sin que nadie les apriete para que paguen. Ahí están, aumentando las deudas día a día, haciendo fichajes imposibles y sin que nadie ponga coto a estos desmanes.
¿Quién se atreve a meter mano al fútbol? Nadie, no hay gobernante que se atreva. Porque les interesa. Ellos juegan con el fútbol para hacer olvidar las miserias y saben que el fútbol tiene un apoyo muy mayoritario, lo que provocaría que su estimación de voto bajara considerablemente. Y ya se sabe, se gobierna para mantener el tipo y el poder.
Mientras, la gente incapaz de salir a la calle en masa por cuestiones gravísimas que afectan al bienestar y a su vida diaria, y que la está empobreciendo, se manifestará hasta la saciedad y quedará exhausta, ya lo verán, si ganamos el domingo la Eurocopa.
Es verdad que ver ganar a España, la Eurocopa, puede ser un espectáculo apasionante y emocionante. Seguro. Es cierto que estamos a falta de alegrías. Pero de ahí a que la importancia que se le da a este acontecimiento sea tan enorme, y que los directivos del fútbol actúen con absoluta impunidad y no paguen a sus acreedores, incluidos Hacienda y la Seguridad Social, va un abismo.
El fútbol es un juego, y pasado el momento de la euforia, quedará la resaca. La resaca social que nos están imponiendo desde Europa, esa sí que nos va a durar. Pero claro, mi reino por un título.
Por cierto, que en la última Eurocopa ganada, los futbolistas tributaron sus primas en Austria y, en el último campeonato mundial, lo hicieron en Suráfrica. ¿Por que se les consintió?
Y este año, ídem de lienzo. O sea, sacamos de nuestras arcas públicas absolutamente arruinadas, cerca de ocho millones para las primas, y resulta que estos ‘buenos patriotas’ parece que van a tributar en Polonia, ya que el tipo de cotización es más bajo.
Así me gusta. Luego cuando vengan aquí les subimos a los altares. Una maravilla. ¡Como debe ser! Sin duda, si ocurre, es una desvergüenza consentida. Por cierto, hay una campaña para que, visto que todos estos muchachos futboleros son multimillonarios, donen sus primas para fines sociales. Si estáis de acuerdo con esta petición, podéis firmar aquí.
Ya sé que algunos dirán que es el chocolate del loro, pero es que cuando hay hormigas que pasan hambre, el loro no puede tomar chocolate. ¿Me explico?
Salud y República