Revista Libros
Siempre ha sido un tema que me ha quedado lejano.
Cuando salíamos los amigos, todos solteros y casi enteros, no nos percatábamos de que se consumía a nuestro alrededor. Nunca hemos tenido la tentación de caer en sus redes porque no la teníamos presente.
Éramos más de alcohol. Sí, tuvimos unos años que nos bebíamos hasta el agua de los floreros, pero hemos tenido suerte y a ninguno nos ha hecho mella y nos ha creado una adicción. De hecho ahora tomamos dos cervezas y ya estamos medio ciegos.
Por no hacer...ni hemos fumado.
En los últimos años he constatado que se consume y mucho. Al vivir en zona costera comprobé que allí es más habitual que en ciudad castellana que frecuentaba.
Al tener más contacto con artistas he corroborado que está muy presente, demasiado presente.
Yo no juzgo su consumo. Creo que cada uno es libre de matarse como quiera y de tener todos los vicios que requiera siempre y cuando no afecten a terceros.
Dejando de un lado las familias que pueden sufrir por ello, que aunque doloroso va ligado a la filiación o al afecto, lo que me jode es que se metan, pillen el coche o la moto y maten a alguien por su imprudencia. O que en un brote ejerzan violencia sobre otros.
Si se quieren suicidar o pegarse contra un muro no soy quien para decirles que no lo hagan, que cada cual maneje su vida como quiera si no requiere ayuda ( que es otro tema) pero que incidan sobre la vida de los demás es lo que me enfurece.
Otro tema curioso es el de la doble moral. Me parece ridículo ver a consumidores criticar a otros consumidores. La Tacones hablando de putas.
En la tele se puede ver. Juzgan a personajes televisivos otros personajes - mal llamados periodistas - que han dejado sin nieve al Kilimanjaro.
En los círculos de artistas más o menos cercanos también sucede. La mediocridad siempre está unida al desprestigio.
A mí me preocupa que se meta y pegue a su mujer, que se meta para componer o actuar me la trae al pairo. Cada uno conoce sus límites y repito que la libertad de uno está en la frontera de la libertad del otro.
Reitero, muy curioso como los que tienen que estar más tapaditos son los que más hablan.
Tampoco estoy a favor de edulcorar las consecuencias de su consumo. Ni de la coca, ni del tabaco, ni del alcohol, ni de ninguna adicción. TODAS tienen sus consecuencias y en mayor o menor medida son nefastas.
Si para aumentar tu creatividad o para ser sociable o para rendir más en la cama tienes que ponerte tienes un problema. Si encima tu temperamento se ve adulterado por ello el problema también es de los demás, que tendremos que soportar tus mierdas.
Resumiendo: hay mucha hipocresía con este tema.