“Camina lento, no te apresures, que a donde tienes que llegar es a ti mismo”.
– J. Ortega y Gasset
Cuando tomé la decisión de estudiar literatura (a los 12 años), me enfrenté a comentarios de todo tipo. Muchos tenían que ver con mi futura condición económica dedicándome a las humanidades, y, otros cuantos, estaban relacionados con la utilidad de mi carrera. Sin embargo, lo curioso es que ninguno de los que me dieron tales comentarios me preguntó las razones por las que quería estudiar literatura. Aunque siempre traté de dejar en claro mi pasión, tal parecía que la gente hacía caso omiso de mis palabras. Por ello es que pretendo en este texto plasmar —entre otras cuestiones— por qué estudio Letras.

Antes que nada, me gustaría dejar en claro que, en mi caso, hablar sobre literatura es hablar sobre mi misma. Me siento totalmente identificada con mi carrera, de esto no tengo duda alguna. Me apasionan los libros y el mundo que albergan en su interior. Amo sumergirme entre las palabras y encontrar cosas maravillosas. Suelo llorar y soltar una que otra carcajada cuando leo; incluso, admiro mi capacidad de asombro cada vez que pasa algo impredecible en la historia. Por eso es que, desde mi perspectiva, la literatura es la liberación del alma y la adquisición de emociones que intensifican tu ser y espíritu.

Sé que para muchos esto puede sonar hiperbólico, pero la literatura es vida para mí. No me es fácil escribir sobre esto porque no deseo que sea percibido como un fanatismo extremo, porque no lo es. Solo es amor: amor a lo que estudio, amor a lo que me quiero dedicar y amor a lo que me gustaría hacer hasta el último de mis días. Muchos me preguntan: “¿y eso para qué le sirve al mundo?”, sin darse cuenta de lo importante que es para el crecimiento personal del hombre el sensibilizarse con el arte.
Tal como Yourcenar escribe en su cuento “Cómo se salvó Wang-Fo” (2007): “Estas gentes no están hechas para perderse en el interior de una pintura” (pp. 15), y eso es lo que sucede cuando nos limitamos: le ponemos barreras a nuestra creatividad, a nuestra imaginación, y evitamos que nuestra mente se adentre en el arte. Parece que nos aferramos tanto a la realidad, a lo terrenal, que lo maravilloso y mágico se ha convertido en algo poco interesante, fuera de nuestro alcance. Y la consecuencia de este pensamiento es la poca valoración que le dan algunos a la literatura, mis allegados, por ejemplo.

Partiendo de lo anterior, es que quiero que este artículo sea tomado también como una motivación para quienes estén pensando en estudiar letras, pero tengan miedo debido a los comentarios de segundos o terceros. Tengan en claro que, cuando amas una cosa con tanta intensidad y sabes perfectamente cuál es tu camino, no hay por qué sentirse perdido o inseguro. Al contrario, considero que debemos sentirnos bendecidos por estar conscientes de nuestra pasión y de lo que nos gustaría hacer cada uno de nuestros días, ya que no muchos gozan de esta certeza.
Debemos aventurarnos e intentar sin miedo al fracaso; si estamos tan apasionados será difícil dejarnos vencer. Aunque sé que el camino estará lleno de trabas, y posiblemente habrá más de una ocasión en la que dudaremos, cuando nos encontremos de nuevo con esa obra que nos introdujo al mundo de las letras, recordaremos cada una de las razones por las que nos dedicamos a la literatura. Ella no solo es el arte de la escritura, sino también el arte del espíritu y la belleza de las emociones convertidas en palabras. Cada una de sus metáforas son las plena exposición de un sentimiento o imagen que va más allá de lo que nosotros mismos nos creemos capaces de comprender.
Recomendación bibliográfica
Yourcenar, M. (2007). “Cómo se salvó Wang-Fo”. Proyectando leyendo [archivo PDF], recuperado de https://proyectandoleyendo.files.wordpress.com/2010/09/como-se-salvo-wang-fo-marguerite-yourcenar1.pdf