Revista Cultura y Ocio

Hablemos de ruina y espina

Publicado el 18 julio 2011 por Siempreenmedio @Siempreblog

No sé si a ustedes les ha pasado alguna vez. Un buen día una amiga te pasa un enlace de un tema de un grupo español que no conoces de nada y te flipa desde el primer momento. Después buscas su disco completo, Un día en el mundo, lo copias (a ver si en la SGAE ya se callan un poco la boca con el mal ejemplo que han tenido en su casa) y lo oyes en el CD del coche, una y otra vez: cuando vas al trabajo, a ver a un amigo, a darte un baño a la playa o al súper. Incluso quienes se suben contigo llegan a decirte: “Chacha, cambia ya el disco ese, que siempre suena lo mismo”. Pero cuanto más lo oyes más te gusta y sientes una especie de atracción por esa música, sus letras, las historias que cuentan. Te aprendes las canciones y vas como las locas cantando por todos lados. Quienes se paran en los semáforos a tu altura te miran con esa cara que todos sabemos. Pero claro, pasan los meses y ese grupo de cierto éxito y aceptación decide publicar su nuevo trabajo. Entonces te entra un cague terrible porque piensas que a ti lo que te gusta es el primer CD, que es imposible superarlo y que si lo oyes te decepcionará. Así que optas voluntariamente por no oírlo. Pero un día, esa amiga que te pasó el enlace te pregunta si ya has oído el nuevo trabajo, le dices que no, que tienes miedo a que sea peor. Ella insiste, te anima a oírlo, incluso te enseña su copia metida en una funda pirata, claro está (los tiempos no están para otra cosa). Al despedirse te mira y te dice: ¡Toma, te lo regalo! Y tú horrorizada piensas internamente “no, no, no”, pero claro, no vas a rechazarle el detalle. Así que lo sacas de esa fundita pirata, lo metes en el CD del coche y te dispones a la decepción absoluta mientras bajas la autopista. Cuando llegas a tu destino, aparcas y te quedas abobada unos minutos mientras piensas que es imposible que sea tan bueno. Así que ahora sigo teniendo sólo un CD en el coche, el segundo trabajo de Vetusta Morla, Mapas, y aún me sorprende que cada día me guste más. Les dejo con esta joya acústica: Maldita Dulzura.


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