
Precedida de dos joyas en la filmografía de Cronenberg, Una historia de violencia (2005) y Promesas del este (2007), favorables críticas en Venecia y uno de los mejores trailers del año que auguraba un mar de emociones, la última cinta del director de Videodrome (1983) se convertía en la película más esperada del otoño. Y ya se sabe, el que espera, desespera.

La historia basada en la novela “A Most Dangerous Method” de John Kerr, quien también firma el guión de la película, nos traslada a los primeros años del siglo pasado para ser testigos de las relaciones tanto profesiones como personales del psiconalista Sigmund Freud, su colaborador Carl Gustav Jung y Sabina Spielrein, paciente de este último.

La evolución de los protagonistas es clave para la resolución. Sus contradicciones y experiencias les hacen tomar caminos opuestos. Mientras que Jung oscila de la formalidad al descontrol, Sabina emprende el viaje del caos al compromiso. Resulta estimulante ver como ambos son marionetas de una sociedad cuyas leyes morales son altamente discutibles. Ahí Cronenberg utiliza el arte para abrir un interesante debate.

Si lo meditamos este nuevo Cronenberg sólo dista en la forma ya que el fondo sigue siendo el mismo. Nunca dejó de emplear el psicoanálisis.
Lo mejor: la entrega de los actores.
Lo peor: que el envoltorio no la convierta en un producto identificable de su director.