Además del reto que hay activo en el blog, y que podéis curiosear AQUÍ, con una selección de obras publicadas antes de 1850 (en este caso escritoras exclusivamente), también he comenzado otro nuevo reto personal. Se trata en esta ocasión de intentar sacar a la luz, visibilizar- dentro de las limitados posibilidades de este pequeño blog- a algunas autoras en lengua inglesa- principalmente de la primera mitad del siglo XX, pero también alguna anterior- que sean desconocidas o al menos poco conocidas aquí por no hallarse sus obras traducidas al castellano o descatalogadas. Hace un par de semanas publicaba la reseña de The Man in Lower Ten, de Mary Roberts Rinehart (1876-1958), la Agatha Christie americana, y hoy le toca el turno a una escritora inglesa, Margaret Kennedy (1896-1967), autora, entre otras, de The Constant Nymph- éxito llevado al cine y al teatro en varias ocasiones- Lucy Carmichael, o Troy Chimneys- novela histórica que recibió el James Tait Black Memorial Prize. La novela de Margaret Kennedy que hoy traigo hasta aquí es A long Time ago (Hace mucho tiempo) publicada en 1932 y uno de sus últimos éxitos. He tenido la suerte de toparme casualmente con una vieja edición en perfecto estado del editor José Janés, de 1948, con su tapa dura, sus cosidos, su pequeño tamaño de fácil manejo... Eso sí, a tenor del tamaño de la letra, se hace evidente que las generaciones anteriores gozaban de mejor vista de la que tenemos la actual. Sea como sea, es una edición muy bonita, aunque Hace mucho tiempo se merece una reimpresión, con una traducción actualizada y a ser posible con ilustraciones que recreen el idílico ambiente en el que se desarrolla la historia: un viejo castillo en Irlanda, en una isla rodeada por un lago, en el verano de 1903. Pero empecemos por el principio... Todo comienza cuando Elissa Koebel, famosa prima donna, publica sus memorias, La historia de mi vida. Los miembros de la familia Napier no dan crédito: unos quieren silenciar el libro; otros no saben bien qué hacer; Hope, que está en casa de su madre de visita, siente curiosidad por ese capítulo titulado Verano en Irlanda, que de seguro hará referencia a esas vacaciones, que ella también recuerda, inocentemente pues apenas era una niña, en el castillo en Irlanda cuando Elissa Koebel entró en sus vidas. Se llevará, como veremos, alguna sorpresa... Conoceremos la visión que de ese verano tiene la dama del bel canto a través de ese capítulo, Verano en Irlanda, que se reproduce íntegramente. En él descubriremos, además de su carácter ególatra, algo melodramático, su sensualidad y desinhibición sexual, y su espíritu bohemio, su apasionado affair con uno de los integrantes del grupo de vacaciones. De ahí la preocupación de los Napier, que saben que se refiere a su affair con Dick, el fallecido marido de Ellen y padre de Hope. Kerran es enviado a casa de su hermana, Ellen, para ver cómo está esta afrontando el drama. Por fortuna, Ellen está ajena a todo esto, al libro y las preocupaciones de la familia, y sigue con sus trabajos en el jardín y sus rutinas cotidianas. Es tras la conversación mantenida entre Kerran y Hope, con puntos de vista bien diferentes sobre ese verano, cuando retrocedemos en el tiempo, a ese verano hace mucho tiempo, treinta años atrás.
El grupo de vacaciones en el castillo lo forman los hermanos Napier: Louisa, con su marido Gordon y sus hijos; Barney, con su esposa Maude; Ellen, con su marido Dick y sus hijos; Kerran, solo tras un desengaño amoroso; Guy Fletcher, colega de Gordon en la universidad de Oxford y único invitado no perteneciente a la familia; y Elissa Koebel, que se ha unido al grupo por casualidad y propia iniciativa. Todos caen cautivados por la arrolladora personalidad y belleza de la Koebel, a excepción de Kerran, Barney y Guy, que parecen no haber sucumbido a los efectos del hechizo. El contraste entre la eduardiana familia inglesa y el espíritu bohemia de Elisa se hace evidente. Por otra parte, Louisa, caprichosa y manipuladora, que vive su verano como una aventura de novela rusa, ve posible un entendimiento entre Guy y Elisa. Pero las cosas parece que no salen como ella desea. Las cartas que Kerran conserva de aquel verano y que permite leer a Hope, dirigidas por cada uno de los miembros de la comitiva a la ausente señora Annesley, madre y abuela del clan familiar, mostrarán nuevas perspectivas, variadas y dispares, de lo acontecido y que sacarán a la luz aspectos nuevos del carácter de cada uno de los remitentes. Pero, ¿quién está en posesión de la verdad? ¿Quién de ellos ha logrado aprehender la totalidad de la sucedido? Todos y ninguno, al mismo tiempo. La visión de cada uno de ellos son parte de esa realidad segmentada, partes que no siempre son sumativas o complementarias. Son la misma realidad percibida desde distintos puntos de vista cargados de subjetividad; lo que actualmente, a raíz de la película de Akira Kurosawa del mismo nombre, se da en llamar el efecto Rashomon. Hace mucho tiempo es una lectura ligera por momentos- Muffy, la vieja niñera pone en muchos casos esa nota de humor e ironía- pero, al mismo tiempo, y como novela psicológica que es, merece una lectura más profunda y sosegada. Dentro de ese entorno idílico el discurrir de los pensamientos de cada uno de ellos, sus comportamientos y las misivas nos advierten de las complejidades de las relaciones personales, familiares y de pareja, de las frustraciones y malentendidos derivados de nuestras expectativas sobre los demás. No hay en Hace mucho tiempo ni buenos ni malos, no corremos el riesgo de encontrarnos con un trato maniqueísta de los personajes. Aquí son personajes muy reales, casi de carne y hueso, con los que es inevitable empatizar... y simpatizar. Es un placer formar parte de este grupo humano, observando a cada uno mientras reman por el lago en su pequeño bote, o en sus picnics por la isla, en sus baños para calmar el asfixiante calor, o en las sesiones de tertulia, té, piano y canto. Aprenderemos que las cosas no son lo que parecen, que tienen más prismas de los que imaginamos y que resulta imposible separar nuestra percepción de la vida de la subjetividad que inintencionadamente se nos cuela.