¡Hola mis queridísimos locos entre cuerdos! ¿Cómo están? Hoy quería hacer esta entrada porque hace justo un año realicé el viaje que cambiaría mi vida, quizás esté exagerándolo un poco, pero así fue.
Ya hizo un año, el 23 de septiembre, de mi llegada a Francia. El 27 hizo también un año desde que empecé a vivir yo sola en mi habitación del instituto. Un año de la peor noche de mi vida porque me dolía tanto la cabeza que no podía moverme ni dormir y pasé la noche en vela, fue una mezcla del miedo y la angustia y la tristeza. Aquella primera semana fue HORRIBLE. Me sentía demasiado lejos de casa, jajaja. No es normal dar el primer paso a la independencia en un país extranjero.
Las semanas siguientes también fueron muy agobiantes a causa del idioma. Sí, ya había estudiado francés en la universidad, pero de nada me sirvió cuando tuve que enfrentarme a hablar con verdaderos franceses. Primero se tuvo que acostumbrar mi oído a su acento, la rapidez con la que hablablan y, sobre todo, lo bajito que lo hacían. Eso o los españoles hablamos muy alto, pero a veces me cuestionaba si me estaba quedando sorda o qué. Luego tuve que aprender muchísimas nuevas palabras, expresiones y mejorar mi pronunciación. Mi francés mejoró muchísimo esos primeros meses y luego la evolución fue más lenta a medida que pasó el tiempo.
Y, por último, mi cerebro tuvo que acostumbrarse también a renunciar a hablar en español porque aquí, iba a la uni y escuchaba a mis profes hablar en francés, participaba un ratillo y volvía a casa tan normal. Pero allí no tenía escapatoria. Era hablar en francés 24/7 y llegaba un punto en el que lo pasaba mal, me frustraba y acababa el día con dolores de cabeza muy intensos. Hasta casi mediados de noviembre cuando ya podemos decir que me acostumbré a todo lo novedoso de aquel lugar, de la lengua, de estar lejos de mi familia, de vivir sola y de todo lo demás.
Sin duda, algo que hizo más fácil sobrellevar todo aquello fueron las personas a las que conocí en ese viaje. No me refiero solo a las maravillosas personas con las que tuve el gusto de trabajar en el instituto, sino a mis compañeros asistentes que estaban repartidos por los diferentes pueblitos de Francia. En concreto a un pequeño grupo que hicimos y con el que mantengo contacto a día de hoy. Los conocí el 5 de octubre y dentro de unos días hará también un año.
Es muy triste pensar que ya haga un año de todo eso, el tiempo ha pasado volando. En diciembre nos vimos de nuevo en Nantes, luego en Navidades nos vimos en París y pasamos fin de año en Estrasburgo. Nos vimos de nuevo en Burdeos, Londres, Bruselas, Venecia, Roma, y de nuevo París para despedirnos.
Por mi cuenta también recorrí otros lugares antes de regresar y de los que me gustaría hablar en el blog como Toulouse, Montpellier, Marseille, Nice o Monaco. Fueron lugares y experiencias increíbles. Personas encantadoras que fui conociendo por el camino y de las que me siento realmente unida aunque no sigamos manteniendo el contacto o sea esporádico. Son personas que me marcaron y que se quedarán para siempre en un rinconcito de mi corazón.
Muchas gracias por leerme.Nos vemos en la próxima :)