Revista Diario

Hace ya cuatro años

Por Belen
Hace ya cuatro años
A estas horas hace cuatro años estaba despierta, igual que hoy. Estaba un poco molesta. El día anterior había comenzado el trabajo de pre-parto. Tenía pinchazos en el bajo vientre, notaba que el niño estaba muy abajo. Sentía la necesidad de llevarme la mano a mis partes, porque parecía que todo se abría y que el nene podría salir en cualquier momento. Mi matrona había hecho un buen trabajo. Estaba preparada, me sentía tranquila e identificaba perfectamente todo lo que me estaba sucediendo.
Así había pasado todo el día, sin miedos, estando muy tranquila, sabiendo que debía esperar. Recuerdo a mi padre nervioso rondando por la casa, diciendo que teníamos que irnos al hospital. Papá sin complejos y yo sabíamos que había que esperar. Las contracciones no eran rítmicas, eran intensas, pero nada más.
Había dormido mal. El 26 de febrero me levanté cansada, pero con una vitalidad sorprendente. Me duché y vestí porque teníamos revisión con el ginecólogo. Era una mañana fría y soleada. Recuerdo que había helado. Recuerdo ir en el coche y notar un pinchazo terrible. Estaba claro que estaba dilatando. Cuando llegué a la consulta se sorprendieron de verme aún por allí. Ya eran 39 semanas pero el niño estaba muy encajado de la anterior revisión. Me exploró y me dijo que todo estaba en marcha. Estaba de algo más de 4 de dilatación, así que al hospital. "Pero no vayas inmediatamente, esperate una horita o algo más, porque tienes tiempo". Así me lo dijo, y así lo recuerdo.
Me recuerdo feliz y satisfecha, por fin había llegado el momento. Papá sin complejos se puso algo pálido y toda su calma se fue al garete. Aunque mantuvo la compostura. Llegamos a casa y, madre mía, me puse a barrer un poco y preparar la bolsa. Papá sin complejos se fue a la oficina a recoger unos papeles. Y todo tan natural, tan maravilloso. Nos dio tiempo incluso a hacer unas fotos antes de irnos. Unas fotos donde mi cara es la expresión de la felicidad absoluta.
Por cierto, no tenía contracciones rítmicas, ni tan siquiera las tenía a medida que pasaba la mañana. Cuando llegué a la maternidad, la matrona que me atendió poco menos que se rió en mi cara cuando se lo dije. Pero su cara cambió cuando la ginecóloga la mandó correr porque pasaba de 5 de dilatación. Ingresé un poco antes de las dos de la tarde, y a las 4,05 exactamente, nació mi pequeño.
Me gusta y quiero recordar todos esos detalles cada año, no quiero olvidar ninguno. También hay una foto de inmediatamente después, recién parida, y se me ve radiante, a pesar de lo pálida por tanta sangre que estaba perdiendo. Mi niño en mi pecho, intentando mamar, ya no nos hemos separado.
Mi hijo es mi luz, mi guía, mi tesoro, él me ha hecho cambiar, me ha hecho ver la otra parte de mi misma, me ha descubierto un mundo por explorar, el de la maternidad. Tanto la propia, como la de otras mujeres.
Hoy es un día especial, a sus cuatro años ya es consciente de muchas más cosas. Ayer me relataba todo lo que quería para hoy:
"Mamá, para mi cumple quiero: una tarta de chocolate, las velas para soplar, una piñata, una bolsa de chuches, de muuuuchas chuches, muchos juguetes, que me cantéis el cumpleaños feliz, y el happy birthday to you, porque es en inglés".
Dicho y hecho cariño mío, tus deseos son órdenes. Todo está preparado tal y como él quiere.
Hoy será una fiesta familiar, una fiesta en casa, comida familiar, merienda familiar, piñata familiar......
Y mañana tendrá su fiesta infantil. Yo no hubiera tenido inconveniente en celebrarla en casa, la verdad que no me molestan los niños por la casa, sacar comida a los padres amigos, juguetes por todos lados, risas, carreras. Confieso que me encanta. Pero mi peque tenía ilusión por celebrarlo en una ludoteca, y así lo hemos preparado.
Sé que este fin de semana va a disfrutar muchísimo. Ahora duerme, pero en cuanto despierte la fiesta empezará. Será su fiesta, su cuarto cumpleaños. Una fiesta que se prolongará todo el fin de semana.
Felicidades mi amor. Te quiero muchísimo.

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