Militar en un partido político creo que es una de las formas de ejercer una responsabilidad cívica en democracia. Una burda simplificación de la democracia es votar “cada 4 años” y que los políticos después hacen y deshacen, pero la democracia es más que eso: existen “checks&balances” que evitan que nadie tenga un exceso de poder, aún con mayorías absolutas, puedes ejercer de lobby (la PAH, los sindicatos o las asociaciones de vecinos son claros ejemplos de lobbyes sociales con capacidad de poner temas en la agenda política) o puedes participar en las instituciones democráticas y entre estas participar en un partido político.
Ejercer responsabilidades cívicas de este y otro tipo es algo que es muy loable. Por ello respeto mucho a los que miltan (militamos) en organizaciones políticas. El problema deviene cuando la organización política te transforma en un mero palmero, en un relleno en el decorado, en el estucado del fondo de una imagen televisiva, en parte de una farsa pensada para los medios o en simple escudo humano para el líder de turno.
Recordaba este tema, al conocer la noticia de que en la comparecencia de Cospedal en el juzgado por la supuesta trama de financiación ilegal, contabilidad B y sobresueldos que está teniendo el PP, un grupo de nuevas generaciones del PP había ido a dar gritos de ánimo a los dirigentes del PP.
Las organizaciones políticas tienen una gran capacidad de que sus militantes hagan el trabajo de mero palmero. Y no incluyo en estas actividades los mítines u otros saraos que tienen una componente ritual, de catarsis colectiva, de sentimiento de pertenencia, a la que los partidos suelen también recurrir. Entiendo que muchos militantes les gusten este tipo de actos en los que se sienten acompañados por otros que piensan de forma parecida a ellos, que luchan de forma parecida y que trabajan juntos por un proyecto común.
Pero ir a apoyar a los dirigentes a la puerta de los juzgados, ir de relleno a plenarios para hacer de claca que aplaude al alcalde de turno, hacer bulto en las inauguraciones para que parezca que el pueblo está eternamente agradecido al gran líder por las obras acabadas, no tiene nada que ver con lo anterior. No hablo de quien va al plenario del ayuntamiento porqué realmente le interesa la política municipal y tiene el carnet de un partido, o el que realmente está interesado en ver como se inaugura una escalera mecánica que va a utilizar el resto de su vida, sino del que va por el mero hecho de ir a aplaudir, sin importarle realmente el contenido del acto, simplemente porqué le han pedido que vaya.
Los alcaldes tienen la obligación de aguantar las preguntas impertinentes de los vecinos en los plenos, los silbidos de quienes no les gusta lo que hacen, las quejas de los ciudadanos y en el caso de Cospedal aguantar los abucheos de los ciudadanos que creen que la dirección del PP son una panda de chorizos. Va en el cargo, nos ha pasado a todos, y les pasa a más de un colectivo, no solo a los políticos de alto nivel. La protesta de hecho es otra forma de compromiso cívico con la sociedad.
Desde hace años que no voy a ningún sitio en el que mi presencia valga lo mismo que poner un muñeco de cartón piedra, si (raramente) asisto a un mitin es porqué realmente me interesa o porqué me apetece compartir un acto colectivo y embriagarme con el ambiente, si voy a un plenario es porqué el tema que traten me afecta o me interesa o porqué quiero ver como lo hace tal o cuál regidor. Porqué he aprendido que los partidos son poco respetuosos con sus militantes (aunque, a medida que se vacían de militantes y la generación más mayor se retira eso va cambiando) y quema el talento en actividades más que cuestionables.
De aquí unos años, cuando alguno de estos jóvenes militantes del PP se vea en fotos en el acto de hoy a la puerta de los juzgados, tal vez llegue a la misma conclusión.