Revista Coaching

Hacer tu parte

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

hacer tu partePor Rita Tonelli

Escucho y observo a menudo, que a muchas personas les cuesta darse cuenta del valor que la contribución de cada uno, a lo que sea, puede aportar.

En mi libro sobre la Efectividad Personal “Mirada Desde El Coaching Sobre Los Siete Hábitos De La Gente Altamente Efectiva”, hablo extensamente del poder del Kaizen.

Cuando hacés tuya esa competencia, tu conducta cambia hacia el logro de resultados extraordinarios.

Una de las poderosas enseñanzas del Kaizen habla de “pequeños pasos”, que también pueden ser pequeñas acciones y también, las que corresponden a cada uno de los integrantes de un todo por más grande que este sea.

A veces, la gente dice y repite: “Sí, sí, lo entiendo”, pero en realidad, lo hace solo desde el intelecto, porque escuchó que alguien dijo que “si todos colaboramos, algo se va a lograr”. No es un concepto internalizado, sentido, comprendido, disponible desde la vivencia emocional.

Hasta que no comprendés algo a nivel de una vivencia, ese algo no existe.

Lo que sigue predominando en su Ser es “¿Qué diferencia puede hacer mi intervención desde mi pequeño lugar? ¿Para qué voy a compartir lo que pienso si no se va a tener en cuenta mi opinión?”

¿Pensás de esta forma, alguna vez?
¿Creés que tu aporte no sirve porque es pequeño teniendo en cuenta de que sos solo un integrante del todo que sea?
¿Qué es lo que te hace pensar eso?
¿Cómo está tu autoestima?
¿Para qué pertenecés a algo si no vas a participar?
¿Tenés la idea de que no vale insistir porque total siempre ves el resultado que vos creés… o sea, ninguno?´
¿Quisieras cambiar esta mirada?
¿Qué acciones diferentes podrías realizar para generar otro resultado?
¿Qué cambio necesitarías en vos para tener una mirada más poderosa?

Y repito…

¿Para qué pertenecés a algo si no creés que sirva para nada que estés allí?
¿O te gusta quejarte?

La otra cara de esta moneda es que te das permiso para Quejarte.

Quejarte contra ese todo en el que te negás a colaborar desde tu creencia de que no sirve que aportes porque tu parte no hará ninguna diferencia.
Quejarte porque las cosas no cambian dentro de esa organización.
Quejarte porque es lo único “fácil” para hacer.

Estuve tan ocupado escribiendo la crítica que nunca pude sentarme a leer el libro. Groucho Marx

Por un lado, estás desestimando tu poder personal y negando tu colaboración, cualquiera sea tu motivo o excusa para hacerlo, y por el otro, ejercés tu “derecho” a quejarte como única actividad desde tu pertenencia.

Nuestras acciones hablan sobre nosotros como nosotros sobre ellas. George Eliot

¿Para eso decidiste pertenecer a ese lugar?

Y esto conducta inefectiva va desde tu acción con un hijo “que nunca te escucha porque vos no sabés nada” hasta tu participación como ciudadano.

El ámbito donde nuestra pertenencia puede hacer una diferencia es amplio y está disponible en todo aquello de lo que hayamos decidido formar parte. Te lo digo más claramente…

Si decidiste estar en un lugar, pertenecer y solo vas a quejarte de lo que no se puede hacer, de lo que no se puede lograr… ¿Tiene sentido que te quedes allí?

Participar, colaborar, hacer tu parte… ¡Tiene Sentido!

Había una vez un escritor que vivía a orillas del mar donde pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para su libro.

Una mañana mientras paseaba a orillas del océano vio a lo lejos una figura que se movía de manera extraña como si estuviera bailando. Al acercarse, vio que era un muchacho que se dedicaba a recoger estrellas de mar de la orilla y lanzarlas otra vez al mar.

El hombre le preguntó al joven qué estaba haciendo. Este le contestó:

- Recojo las estrellas de mar que han quedado varadas y las devuelvo al mar; la marea ha bajado demasiado y muchas morirán.

Dijo entonces el escritor:

-Pero esto que haces no tiene sentido, primero, es su destino, morirán y serán alimento para otros animales y además hay miles de estrellas en esta playa, nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas.

El joven miró fijamente al escritor, cogió una estrella de mar de la arena, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó:

-Para ésta… sí tiene sentido.

El escritor se marchó un tanto desconcertado, no podía explicarse una conducta así. Esa tarde no tuvo inspiración para escribir y en la noche no durmió bien, soñaba con el joven y las estrellas de mar por encima de las olas.

A la mañana siguiente corrió a la playa, buscó al joven y le ayudó a salvar estrellas…

Por el placer de compartir.

Vía: http://ritatonellicoach.com.ar

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