Me quiero desligar de lo funcional y de lo racional aquí.
Vengo a soltar emociones y experiencias hoy.
Hace escasas semanas que me ha tocado cerrar el libro de una relación importantísima para mí. Tanto me importa que es la única persona con la que me planteo la monogamia, pero eso es una historia para otro momento.
Y como no podía ser de otra manera, la persona que me importa tanto ya tiene gran parte de su vida hecha: dos hijos fruto de relaciones previas, un empleo y una casa. Es decir, que el elemento discordante sería yo… Y por supuesto, mis circunstancias. Mi condición de estudiante, mi incapacidad actual para independizarme y otras cuestiones, vaya.
Si te pica la curiosidad sobre lo que pienso y siento al respecto, sigue leyendo.
Lo malo de salir con escritores y artistas es que corres el riesgo de convertirte en su musa y en parte de su obra. Y hoy, en mi proceso para digerir y superar la separación, nace esto.
Un pequeño inventario sobre las causas de la ruptura
Por horarios no ha sido, esto lo tengo más que claro. Incluso en los momentos más chungos en que ella hacía jornadas partidas o salía ya de madrugada, Sergio ha estado ahí. Y cuando a Sergio le operaron de la rodilla y pasó una noche horrible, ella estuvo allí… A pesar de que salió tarde de trabajar y tenía que llevar al niño al cole y también trabajar al día siguiente, se quedó todo lo que pudo. Y en la rehabilitación igual, seguimos viéndonos y saliendo.
Por presencia y entrega no creo que tampoco fuese. Nos hemos ayudado siempre, nos hemos apoyado incondicionalmente y nos hemos contado lo mejor y lo peor de nosotros. Aunque admito que la inacción o la incapacidad para resolver según que cosas nos han dañado. Y el no comunicarlo adecuadamente. Y el separarse aunque quisiéramos seguir, algo que he descubierto de la manera más jodida: a través del coletazo -al parecer final- que ha dado esto justo antes de mis exámenes de junio.
Mi impresión personal es que comenzamos a retraernos cuando vimos cuánto nos llega a afectar e importar esta relación, y hemos sucumbido a LOS DRAMONES DE LA MENTE. Así, en mayúsculas. Lo que más jode una relación. También llamados Pajas Mentales. Dificultades para quedarnos a solas, para poder dormir juntos, para vernos sin prisas. Dudas sobre la idoneidad como pareja, por las diferencias.
Y llámame idealista, pero creo que si todo se resuelve bien podríamos volver a estar juntos cuando el tiempo esté maduro. También es posible que no. Desde luego, no va a ser por mí que no se diera: por mucho orgullo y amor propio que tenga, la quiero a rabiar.
Me ha pedido que no detenga mi vida, que no haga tonterías y que arregle mis circunstancias lo mejor que sepa. Y ya no por ella, sino por mí y los míos, lo haré. Como se suele decir, es cuidando del jardín que vienen los pájaros y las mariposas. Y no puedo olvidarme de ser un hogar, tampoco.
Si fuéramos una canción, probablemente seríamos una mezcla de Still Loving You de los Scorpions con la menos rockera Tea Cup de Gackt, al menos por mi parte.
Dicho lo sentimental… Vamos a lo demás.
Lo que más cuesta de salir con padres o madres solteros o divorciados…
Hay un curioso asunto con esto de ser padres que afecta a cualquier ámbito de la vida personal: se asume el autosacrificio (y a menudo casi más bien inmolación) y se abandona toda pretensión de tener una vida propia. Y si por un casual llega alguien a tu vida que te devuelve las ganas de tener un yo persona además de un yo padre/madre, pueden pasar mil cosas que dificulten o directamente nieguen la continuidad de esa relación.
Aquí me refiero a la diferencia de momentos vitales (uno estudia, el otro trabaja; uno es mayor que el otro), a las diferencias culturales (nacionalidad, credo, educación), a las prisas o falta de ellas que pueda tener una persona por cambiar sus circunstancias (buscar un empleo, mudarse, formalizar la relación), los modos de modular la convivencia (cómo, cuánto, cuándo y dónde nos vemos, acompañados de quién o a solas)… En fin, una infinidad de variables difíciles de controlar, pero abordables con paciencia y buen querer.
Si te toca estar en el lado de quien no tiene hijos, verás que casi todo son agobios por no llegar a esto o aquello, y que a veces no puedes hacer nada más que capear el temporal lo mejor que sepas y puedas. En fin, que necesitas paciencia y pelotas.
Y en especial, seguir ofreciendo tu compañía y tu ayuda incluso cuando parece que de nada sirven. A ser posible, sin consumirte por ello.
… y lo que más mola…
Pero no todo es tan duro. A pesar de las dificultades, de conductas autodestructivas que a veces aparecen por la tensión de este momento vital (pues el que suscribe ni es ni se relaciona con millonarios, por ahora) y circunstancias personales adversas; en mis experiencias anteriores con mujeres que ya tenían familias previamente formadas -y especialmente en la relación de pareja de la que llevo hablando todo el texto- me he sentido plenamente acogido y bien atendido.
Ha habido un verdadero esfuerzo por abrirme la puerta y dejarme pasar sin reservas… Aunque, al mismo tiempo ha habido un silencio en ocasiones importantes que debería desaparecer. Una represión de emociones y de pensamientos, por “no molestar” y por “no poner en peligro la relación”. Sin embargo, por no manifestarse, todo eso ha hecho que tomemos caminos separados. Todo porque no me dieron cabida a demostrar que me importa la otra persona y lo que le pasa, sin tener que jugar a ser adivino.
Si lo pongo en la parte de lo que más mola, es porque al superar eso puedes afianzar todavía más la relación. Cuando das la confianza de saber que si te necesitan estarás ahí, y se atreven a utilizarla… La cosa fluye.
Y es ahí donde radica para mí la dificultad de ser algo más que un padre o una madre hoy en día: en saber dar la oportunidad y el tiempo a la otra persona de comprenderte, de saber lo que te duele y de ayudarte. Aunque también tienes que saber confiarle tus propios problemas y conseguir que, si se involucra, no se termine quemando.
Porque las parejas quieren ser un puntal y darte apoyo y paz, incluso aunque no tengamos dónde caernos muertos. Y muchas veces, a pesar de que creas o te hayan educado para pensar que debes tirar de todo tú solito. Y sí, también por mucho que tú creas que tardan en hacerlo, o que no sepas ver lo que hacen contigo y por ti (generalmente porque estás pensando en otras cosas que podría hacer y que supones que debería hacer).
Y eso no sólo es que mole: es lo que le da sentido a la relación.
… y lo que tienes que plantearte
Actualmente no puedo aportar mucho a la estabilidad económica de una pareja, ya que estoy en el curioso limbo de la mayoría de los españoles, jóvenes o no. Sin embargo, sigo aprendiendo a poner todo lo que tengo en juego: una comunicación abierta y genuina -tanto más cuanto menos te moleste decirme todo, que habiendo amor y ganas de mejorar nada está fuera de cuestión-; mi ingenio, mis ánimos, mis planes y metas, mi familia…
Vamos, que como no soy independiente, tampoco pretendo hacer un punto y aparte en mi vida con otra persona y escondernos de todos (algo que, de hecho, tendría que haber comunicado antes y mejor a mi ahora ex-pareja; aunque me servirá en el futuro).
También tengo que mejorar en cuanto a hacer vida sobre “nosotros”, y no sobre mí únicamente. Que es también un matiz importante. Ahora más que nunca, creo que si empiezas una relación que te importa no debes ocultarla, sino darle su justa importancia. Por mucho que tengas dudas sobre que pueda cuajar o no, sobre lo que puedan opinar los que os importan y sobre el futuro de ambos por separado… Es peor ir diciendo por ahí que “somos sólo amigos”, cuando es evidente que somos mucho más que eso.
Es importante comprender los gestos y los ritmos
Igual que hay padres que no saben ser ellos mismos, también hay personas a las que les cuesta un extra formar parte de una unidad. Y más si les das las oportunidades a medias, como ocurre si escondes lo que te duele o prefieres encerrarte a llorar a solas cuando lo que quieres es que el otro vaya contigo… Y cuando pides ayuda y consejo a tu pareja y te los da, pero no haces nada al respecto de la situación que te está dañando ni le dejas hacer.
A veces podrá parecer que a tu pareja no le importa ver la nevera medio vacía porque no se para a decirte que comáis fuera o te lleva a hacer la compra; pero igual estás pasando por alto la de veces que no come en tu casa por no hacerte gasto y la de veces que te invita a ir a la suya.
A veces querrás estar a su lado y te lo impedirán las circunstancias. A veces no tendréis ganas o no cuadran los planes. De todo eso, lo único que importa es que QUIERAS estar, porque mientras quieras, se puede hallar la forma.
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Y aquí estás tu, querido lector o querida lectora, en un blog donde se habla del poliamor entre otras cuestiones; con un autor que ha llegado a publicar que no busca ni le interesa tener una relación cerrada y monógama.
En libros, vídeos, conferencias y su blog.
Lo que no he publicado en ninguno de ellos, porque se sobreentiende con el nombre y con todo lo contado en ellos, es que a veces la idea cobra sentido en una circunstancia concreta.
Y en esa circunstancia es donde puedes apostar por ello, aunque dudes o temas.
Yo fui apostando cada vez más, y tratando de cagarla cada vez menos. Metí la pata y traté de redimirme lo mejor que supe. Guardaba gran parte de mi tiempo libre y casi todas mis ganas de intimidad para ella. Cuando nos confesamos el estar enamorados, reventé de puro júbilo y todo entre nosotros se hizo todavía más profundo y más rico.
También más vulnerable, por supuesto. Y ahí empezaron a darse pajas mentales.
En la actualidad, mi idea es clara: con la persona adecuada todo, menos marear(nos).
En esta circunstancia ella fue la primera en confesar su amor, y en confesar que no había desaparecido a pesar de separarnos y de tratar de rehacerse. También es la que dice que el que haya sentimientos no obliga a estar juntos.
En esta circunstancia yo soy el primero en decir que si vuelve a aparecer un sentimiento así con otra persona, será de la misma forma que con ella: por la más pura y absurda casualidad. Fraguándose desde lo que parece una tontería de dos personas que quieren pasarlo bien juntos y nada más, hasta lo que ha resultado ser en realidad…
Superior a cualquier ficción pop hollywoodiense.
Y también soy el primero en decir lo que dice esta canción:
Una dosis más de este Sergio vulnerable y descarnado que tanto os está gustando.
Nos vemos por las avenidas de nuestras vidas.
~Imagen destacada: Una leyenda china y japonesa habla de un hilo rojo que une a las personas cuyo encuentro y vinculación están predestinados. Da igual lo que se haga por evitarlo, pero el encuentro se produce siempre. Incluso tras las separaciones.
Es un pensamiento semejante al de nuestras almas gemelas. Me recuerda que cuando has visto el alma de una persona no puedes dejar de amarla, y como mucho, te toca amoldarte a las circunstancias.
Es muy divertido pensar en esto como en una tragedia griega… Sin partes buenas o malas, únicamente seres humanos con sus propias y variadas motivaciones. Viviendo lo mejor que saben. El tiempo dirá lo que sale de ahí.